Rafael Alberti
El amor no está mal
si es presente y concreto.
Fuera quedaba todo.
La vida era el amor,
lo real era el cuarto con su silla
y un reloj que marcaba
la hora de llegada.
Todo estaba muy claro.
Se amaban,
inventaban su razón de existir.
Y en el cuarto,
era dulce dejarse penetrar por la espada
de sus roncas entrañas.
Se amaban,
y en la oscuridad arrastraban las hojas
de oro seco,
desesperados,
gimientes en la noche.
Oiga, oiga, le llaman por teléfono.
Déjeme o llamo a mi marido.
La cita ha resultado y los amantes
practican fantasías.
¿Ser libre, ser feliz o volver a la noria
por el dulce membrillo del sobaco?