y arrastrando sus pesares
por camino,
van mis zancadas perdidas
entre verdes olivares
sin destino.
Crujen las ramas al paso
de la yunta y el arado
temerosas,
consecuencia del fracaso
de un amor que ha terminado
y otras cosas.
Nos separó el desamor
con un quejido de muerte
tan maldita,
que al recordar el dolor
presiento que hasta la suerte
me la quita.