Y no olvides sonreír´. Siempre, pase lo que pase. Es una orden.
"¿A qué le tienes miedo abuelo?". Marius Gabureanu.
Ya no tengo miedo.
Ya tuve todo el miedo que tenía
que tener.
Hace tiempo que las paredes de la casa no supuran los restos
de la sangre de mi madre
no se escuchan los gritos silenciosos que salían de sus ojos
ni he vuelto a ver dagas voladoras que apuntaban a su cuello
y al mío.
Me hice adicta a la música para no sentir los pasos de mi padre y la llave
en la cerradura de la puerta.
Me tapaba muy fuerte las orejas con las manos apretadas
para escuchar las canciones de mi abuela.
-Ahora ya eres una mujercita- me dijo,
cuando la sangre se escurría entre mis piernas y manchaba mi inocencia.
Ya no tengo miedo.
Ya tuve todo el miedo.
Ahora sólo aspiro a unas pocas adicciones:
coleccionar recetas de cocina, andar en bicicleta y cruzar puentes
sobre el río
poner cruces: un día menos
besar
sincronizar relojes y pisar
hojas secas
saludar a la osa mayor
volar
dejar un bizcocho o un pan de nueces en la mesa
por si vienes
¿te gusta el pan de nueces recién hecho?
O escuchar grillos.
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