
Reunir un poema de sentido común exige compromiso,
mi voz poética es algo que nunca se sale del papel.
Mi comportamiento, lo mismo.
Luego, mis textos y grabaciones...
Castillos en el aire o en la arena, de ésa pocha.
Mi mente me dice lo contrario cuando discuto.
Debe ser que algún día se acabarán las controversias, pues.
Es cierto, no soy Dios, ni dios.
La religión, tema tabú.
Conozco otros tipos de entretenimiento.
Es decir, discuto conmigo.
Básicamente.
No hay comparaciones odiosas en este aspecto.
Pero es cierto, que muchas cosas quedan en el tintero.
"No volverán a ver provocación o sado en mis letras."
"Mi estilo habla de Dios, los daños colaterales responden por sí mismos."
Mi válvula de escape
-en menudos berenjenales te metes, Ricardo.-,
consiste en afincar las ideas.
En decir lo que quiero y lo que no quiero decir.
"No creo en Dios, no."
"La base de mis escritos no es Dios, ni mucho menos.
Tampoco las creencias mortales.
Su verdadera base es un ingrediente secreto, incluso para mí."
"Así las cosas, comprenderán que no quiera sacar mis ilusiones a flote."
Se mueven más rápidamente que yo.
¿Dios?¿El hado?¿Satán?
"Siempre he querido ser como ustedes.
Pero creerme mis letras es lo único que he podido conseguir."