
Visceral es mi estado, no litúrgico.
Siempre pienso de qué forma abrirme al público, formar parte de esto llamado poesía.
Pero el público solo responde a toro pasado.
Y yo, sin jugarme el pellejo, sé que de paranoias no se vive.
Obligan a la mente a pensar diferente.
Cuántas veces he pensado que mi vida estaba marcada.
Cuántas líneas autorreferenciales.
Cuánto aburrimiento pudo haberme matado.
Lo superficial me hiere y lo profundo me da la puntilla.
Cuánto caminos llevan a esta sociedad secreta.
No se debe culpar.
¿De qué sirve, al fin y al cabo, un reconocimiento?
"Ya puedo mear en cada esquina.
Mi territorio me llevará a la ruina."