
Hacer el Amor es volver a nacer,
con todo el cuerpo amanecer
el mar hablante, susurrante,
las rítmicas oleadas de la sangre,
la torva oscuridad de los abismos,
los barcos, las naves sin amarra,
la lava desbocada del volcán,
el rosal florecido, el girasol con el sol danzante,
la voz que murmura palabras sin sentido...
Es replegar las alas y acortar los vuelos,
que aquí no tienen sentido.
Es circunscribirse exactamente
a los límites de nuestro propio deseo,
sin perder ni un espacio de ese contorno
que todo lo aprisiona y lo contiene.
¡Entren las explosiones!,
los caminos huyan hacia adentro,
¡vivos!, en movimiento, relucientes...
¡Que bajen las estrellas!,
que las estrellas pongan luz en cada célula.
¡Que el cielo baje!, ¡todo el cielo!...
Y que el infierno... suba como un bosque
fecundado lentamente en el firmamento...
Hacer el amor... contigo
Es convertir caricias y los cinco sentidos en algo
nunca antes experimentado, ni saboreado...
Es abrir con mano de machete un camino,
acelerando la savia de nuestras plantas.
Es descubrir por primera vez...
Oír por primera vez...
Tocar por primera vez...
Oler por primera vez...
saborear el paraíso por primera vez...
Ese gusto agridulce de la transpiración
y los jazmines de nuestros cuerpos...
Explorarlo, viéndolo hermoso, aunque no lo sea,
porque lo que se siente, nos hace vibrar, estremecer...
Hacer el Amor es vencer a la muerte,
relegarla, perderle el respeto,
decirle que tenemos a la vida
en nuestras manos.
Creer y quitarse de encima las costumbres,
el prejuicio, para poder ser otra vez niños
y en esa inocencia
ser bautizados en el amor.
Saber que la puerta la dejamos abierta,
pero nos quedamos dentro,
y nos quedamos porque el amor nos necesita
y lo necesitamos para realizarnos
como verdadero milagro de dos historias,
que al hacer el amor...son sólo una.