
Olvidé y me olvidaron,
-párpados persuasivos-
como pañuelos cansados
que han bailado y han tañido
su laúd de relámpagos,
su impronta de alegrías.
Olvidé y me olvidaron
en delirio de jazmines,
como amantes que despiertan
en la boca del camino
y se fuman el viento
y desaparecen en la esquina
mayo, junio, julio,
flases que me iluminan
como un agosto de playa
de arremangadas sandías
y dos tempranas palabras
que en septiembre mustiarían.
E. R. Aristy