de esa que se aferra – yo me entiendo – al pino de la esquina,
allí donde aún perduran los enanos (Pepín, un cascabel entre los dedos)
la era, tan redonda en bicicleta y tú corriendo, saltándote las manos,
y yo cayendo, y yo cayendo – tan gorda – a ras de suelo, llorando amapolas.
Veranos en un pueblo de pan y chocolate.
Rosa, rosae, ae, arum, is, as, ae ,is y mil problemas tontos de trenes
que no llegan y cruzan en ese punto equis que hoy y ahora,
descubro la mentira y la tortura.
La risa del colegio , la boda de la niña, palabras a la hija...
“no cuentes penas ¿oyes? por más de diez minutos,
te pones la sonrisa y un haz de cinco rosas prendido al fin del labio,
y dí que nada pasa, que ¿qué quieres, amigo?
birrete, el anillo, dos guantes (como albas) y el libro,(mejor el de la vida),
perfecta mi chiquita, Cum Laude, Doctora Honoris Causa... ”
Y aquí me tienes, vida, nadando en el intento
¿ qué tal lo hago, Pepe ?
( Y aquí me tienes, padre, siguiendome la vida y yo en pos o viceversa, ni sé. Pero unidas las dos, como me enseñaste y algo que pongo yo de mi cabeza. Un beso Pepepadre, donde estés, tú y yo sabemos dónde)