Sí, loba de los témpanos, te adopto sin demora,
de lejos me has seguido hasta la verde isleta.
Steffi se ha marchado al cielo y su silueta
se refleja en la escarcha que mi lago atesora.
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Al verte tan distinta de mi fiel labradora
que esperaba a mi lado como tú en la viñeta
se me ocurre llamarte, si tú quieres, Violeta,
por la luz que proyectan los campos de mi Mora.
Así yo la llamaba porque era dulce y bruna
y pareces la antípoda, tan salvaje y tan blanca,
mas si sigues sus huellas la verás en la luna.
Y en este otoño helado que con la nieve arranca
dejaré el viejo tango, pues dice que ninguna
habrá igual que mi Steffi cuando el amor se estanca.
Violeta, blanca loba, serás mi compañera
aprenderé a quererte de una u otra manera.
Tendrás que tolerar esta eterna añoranza,
si el olvido se ausenta y duerme en lontananza.