De conciertos y desconciertos

[Arturo Rodríguez Milliet]

Calla hoy
–dice la sensatez–
Nada bueno queda cuando estás al rojo vivo,
que no es acero lo que templas,
son solo versos
–la sensatez insiste–

Lo tuyo es la estoica cicatriz
no el llanto adolorido ante el charco de sangre hermana.

¡Cierra los ojos y calla!

Deja que el dolor cale en lo más hondo
ignora el hambre que forra los huesos
piérdete en el silencio del niño en su mortaja.
No insultes, no increpes, no maldigas la abyección del asesino.
No denuncies la ignominia ni clames más por justicia
no sigas lanzando piedras ni pongas más la otra mejilla.

¡Cierra los ojos y calla!

No pretendas convencer a los incrédulos ni advertir a los imbéciles,
solo comprende los gritos el que ya perdió la voz.
Espera que te serene el pulso y la sangre deje de hervir.
Espera que seque el charco, se pulvericen los huesos y sepulten a los niños.
Espera que las llamas consuman en la frontera toda esperanza de saciedad o alivio.
Permite que el tirano culmine su danza macabra y,
cuando recuperes la calma…
empuña el arma.

–Dijo la sensatez–

[Simon Abadia]

Me ha gustado tu original poema. Felicidade por tu obra.
Un abrazo
Simon

[Simon Abadia]

Me ha gustado tu original poema. Felicidade por tu obra.
Un abrazo
Simon

[Hallie Hernández Alfaro]

Calla hoy
–dice la sensatez–
Nada bueno queda cuando estás al rojo vivo,
que no es acero lo que templas,
son solo versos
–la sensatez insiste–

Lo tuyo es la estoica cicatriz
no el llanto adolorido ante el charco de sangre hermana.

¡Cierra los ojos y calla!

Deja que el dolor cale en lo más hondo
ignora el hambre que forra los huesos
piérdete en el silencio del niño en su mortaja.
No insultes, no increpes, no maldigas la abyección del asesino.
No denuncies la ignominia ni clames más por justicia
no sigas lanzando piedras ni pongas más la otra mejilla.

¡Cierra los ojos y calla!

No pretendas convencer a los incrédulos ni advertir a los imbéciles,
solo comprende los gritos el que ya perdió la voz.
Espera que te serene el pulso y la sangre deje de hervir.
Espera que seque el charco, se pulvericen los huesos y sepulten a los niños.
Espera que las llamas consuman en la frontera toda esperanza de saciedad o alivio.
Permite que el tirano culmine su danza macabra y,
cuando recuperes la calma…
empuña el arma.

–Dijo la sensatez–

Enorme poema, queridísimo amigo.
La belleza de tu ingenio muerde la palabra y emite su grandeza.
No, ya no más vinagre de lágrimas y fuego asesino.

Mi abrazo fuerte.

[Rafel Calle]

Me alegro mucho, amigo Arturo, de ver una obra tuya en Alaire, a pesar de los pesares. Parece ser que el tiempo de los tiranos está concluyendo, a ver si es verdad...
Un fuerte abrazo y ánimo compañero.

[Pablo Ibáñez]

Arturo,

me gusta muchísimo el poema, amigo. Interpretándolo desde el prisma del drama de Venezuela, resulta desgarradora esa llamada a la calma y a la sensatez.

que no es acero lo que templas,
son solo versos

Ojalá se solucione todo de la mejor manera, amigo.
Un abrazo.

[E. R. Aristy]

Calla hoy
–dice la sensatez–
Nada bueno queda cuando estás al rojo vivo,
que no es acero lo que templas,
son solo versos
–la sensatez insiste–

Lo tuyo es la estoica cicatriz
no el llanto adolorido ante el charco de sangre hermana.

¡Cierra los ojos y calla!

Deja que el dolor cale en lo más hondo
ignora el hambre que forra los huesos
piérdete en el silencio del niño en su mortaja.
No insultes, no increpes, no maldigas la abyección del asesino.
No denuncies la ignominia ni clames más por justicia
no sigas lanzando piedras ni pongas más la otra mejilla.

¡Cierra los ojos y calla!

No pretendas convencer a los incrédulos ni advertir a los imbéciles,
solo comprende los gritos el que ya perdió la voz.
Espera que te serene el pulso y la sangre deje de hervir.
Espera que seque el charco, se pulvericen los huesos y sepulten a los niños.
Espera que las llamas consuman en la frontera toda esperanza de saciedad o alivio.
Permite que el tirano culmine su danza macabra y,
cuando recuperes la calma…
empuña el arma.

–Dijo la sensatez–

Conmovedor! Un poema excelso, poderoso! Mis respetos, Arturo. ERA

[Marius Gabureanu]

Un poema que ha nacido desde lo hondo de la conciencia, que nos recuerda que la identidad del ser humano consiste en su rebeldía... y también en la espera. Encantado de leerte de nuevo, Arturo. Un abrazo fuerte.

[Lunamar Solano]

Hermoso mensaje nos comparten tus versos querido amigo... hondo y reflexivo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

[Óscar Distéfano]

El poema está muy bien escrito y me ha gustado desde el punto de vista humano y artístico. En mi lectura, la parte política lo he universalizado en otro contexto (la tiranía existe en ambos bandos) pues siento que ahí es donde el mensaje toma su forma apolítica y la obra se engrandece. De qué sirve salir de una tiranía para caer en otra. Enhorabuena.

Un abrazo grande, amigo.
Óscar

[Pilar Morte]

Sólo comprende los gritos el que ya perdió la voz.
Hay dolor y belleza en tu genial poema.
Besos
Pilar

[Arturo Rodríguez Milliet]

Me ha gustado tu original poema. Felicidade por tu obra.
Un abrazo
Simon

Gracias Simón, por la gentileza de tu visita y comentario.
Un abrazo

[Arturo Rodríguez Milliet]

Enorme poema, queridísimo amigo.
La belleza de tu ingenio muerde la palabra y emite su grandeza.
No, ya no más vinagre de lágrimas y fuego asesino.

Mi abrazo fuerte.

Siempre grato hallar las huellas de tu afecto entre mis líneas.
Gracias por estar siempre presente. Afectuoso abrazo.

[Jerónimo Muñoz]

¡Qué gran poema, Arturo! Fruto, sin duda, de la convulsión que debe sobrecoger tu espíritu en estos días, pero escrito con la maestría del intelectual y la sensibilidad y el talento del poeta.
Felicidad para ti y los tuyos junto con mi cordial abrazo.
Jerónimo

[Ara López]

Calla hoy
–dice la sensatez–
Nada bueno queda cuando estás al rojo vivo,
que no es acero lo que templas,
son solo versos
–la sensatez insiste–

Lo tuyo es la estoica cicatriz
no el llanto adolorido ante el charco de sangre hermana.

¡Cierra los ojos y calla!

Deja que el dolor cale en lo más hondo
ignora el hambre que forra los huesos
piérdete en el silencio del niño en su mortaja.
No insultes, no increpes, no maldigas la abyección del asesino.
No denuncies la ignominia ni clames más por justicia
no sigas lanzando piedras ni pongas más la otra mejilla.

¡Cierra los ojos y calla!

No pretendas convencer a los incrédulos ni advertir a los imbéciles,
solo comprende los gritos el que ya perdió la voz.
Espera que te serene el pulso y la sangre deje de hervir.
Espera que seque el charco, se pulvericen los huesos y sepulten a los niños.
Espera que las llamas consuman en la frontera toda esperanza de saciedad o alivio.
Permite que el tirano culmine su danza macabra y,
cuando recuperes la calma…
empuña el arma.

–Dijo la sensatez–

¡Qué terrible entender tanto tus palabras!

Encontraste, para variar, la manera de que sobrellevar esto sin morir en el intento y, además, a través de un poema magnifico.

Entre mis versos favoritos:

"No pretendas convencer a los incrédulos ni advertir a los imbéciles,
solo comprende los gritos el que ya perdió la voz. "

¡Qué poema!

Un abrazo.