Primera estación: Jesús en el huerto de los olivos
(Rainer Maria Rilke, Elegías de Duino)
En un jardín herido por el rayo,
bañado en la luz negra de la luna
duerme en sudor en hora inoportuna
un leño verde aún sin flor de mayo.
Sueña una pesadilla de aceituna
que amenaza quebrar su tierno tallo
y furiosas tormentas a caballo
le atacan sin cesar una por una.
Gritan las piedras, las alturas callan.
¡Qué amargos los silencios contenidos
en cáliz de cicutas celestiales!
Y qué terrible el ángel donde estallan,
blandiendo un incensario de alaridos,
en el pulso del templo los cristales.