Estaciones sentimentales XXIV – La princesa

[J. J. Martínez Ferreiro]

Siempre nos preguntamos
si la princesa era feliz
en su sensualidad milagrosa,
si las hojas de su piel palpitaban
ideando el aliento del caballero,
si en su bruñida soledad
se masturbaba frente al espejo,
abriendo despacio las piernas
pensando en él.
Si era feliz en esas fantasías
de carne y piedra
donde ella se acostaba.

En las ventanas la torre destellaba su pelo
y se abrían sus labios
besando el ardiente de sus fantasmas.

Y las aguas del río pronunciaban su nombre
entre los nombres que llevaban las aguas.
Voz única de largos mechones blancos.

[Ramón Carballal]

Lo que piensan y sienten las princesas forma parte del halo de misterio que las envuelve. Poesía de altura la tuya. Sigo esta serie con interés. Unha forte aperta.

[Ignacio Mincholed]

Hemos puesto a la princesa en planos que seguramente incomodarían a cualquiera.
Hay que rescatar la idea, y aquí lo haces, del natural sentir.

Felicidades J.J., un fuerte abrazo.
Ignacio

[Pilar Morte]

Pues imagino a la princesa sensual y despertando a la vida.
Unos versos muy hermosos dignos de tu calidad poética. Me gustaron mucho.
Besos
Pilar

[Lunamar Solano]

Honda sensibilidad que desnuda los espacios querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

[Guillermo Cumar]

Qué bien pasan los años por tus estaciones sentimentales. Todo un lujo de poema.

Un abrazo

[J. J. Martínez Ferreiro]

Lo que piensan y sienten las princesas forma parte del halo de misterio que las envuelve. Poesía de altura la tuya. Sigo esta serie con interés. Unha forte aperta.

Grazas, Ramón, polo teu paso y desfrute destes versos.

Unha forte aperta.

[Marisa Peral]

[quote="J. J. Martínez Ferreiro"]

Yo creo que debe ser muy triste ser princesa
Pero estas reflexiones que nos dejas son para pensar en ello, sinceramente.
Y como siempre, un deleite recorrer estas estaciones.

Biquiños.

[E. R. Aristy]

CVI
Siempre nos preguntamos
si la princesa era feliz en su sensualidad milagrosa,
si las hojas de su piel palpitaban
presintiendo el aliento del caballero,
si en su bruñida soledad se masturbaba frente al espejo
abriendo despacio las piernas pensando en él.
Si era feliz en esas fantasías de carne y piedra
donde ella siempre se acostaba.

CVII
En las cornisas del verano
brillaba su pelo y se abrían sus labios
besando la tragedia de aquellas campanadas
en las ardientes uralitas.
Y las aguas del río pronunciaban su nombre
entre los nombres que llevaban las aguas.

CVIII
Voluptuosa materia orgánica.
Sensual caridad de la pasión.
Voz única de largos mechones blancos.
La unidad podría quizá estar
entre los pliegues húmedos y templados de un sueño:
Una serena nitidez más allá del vuelo.
Un prodigio de movimientos.
Un desfile de vidas por la imaginación.

Interesante y bello poema, Ferreiro. Sabemos más de la masturbación masculina que de la femenina. ERA

[Rafel Calle]

Estás satisfecho de tus Estaciones sentimentales y no te falta razón, amigo Ferreiro. En cada sucesivo trabajo has conseguido ir dándoles más cohesión, precisamente, este me parece de los más cohesionados.
Felicidades por esta serie tan bella como evocadora.
Abrazos.

[Armilo Brotón]

Hermano Martínez ¡Ditodios! No he podido terminar de leer el poema y tuve que hacerme una paja por no encontrar a "la princesa" y hacerle el amor. Este debiera ser el poema que encabezara la antología erótica y te pido que lo recites en representación de los míos, como yo lo haría, en mi nombre, en nombre de mis poemas no quiero ninguno mío más que este, que tú me lo dediques; éste en anuncio de tu poemario futuro: Estaciones sentimentales. En este caso, es una subida de los andrógenos a los testículos del alma.
Un abrazo y sabes que te quiero mucho

[Antonia Mauro]

Me encantó señor Ferreiro.

Las princesas no existen. Y en todo caso también se masturban.

Algo ha cambiado todo esto. Ya podemos hablar, y votar, y retirar dinero de nuestras cuentas sin permiso, y masturbarnos y decirlo.

Un bico.