TRANQUILO
Tranquilo, cuando la palabra se pierde,
en la soledad de piel y aire
con el miedo encarcelado en venta,
invadido por ausencias coronadas.
Tranquilo porque el último cordón
se acaba y la noche tiembla despacio,
y el capullo de lo necesario
está brotando hacia el cielo.
Tranquilo porque el sufrimiento
no tiene huellas, como el humo
huye sin defensa, así las sombras
se escapan y el amor ocupa su sitio; sin heridas
la atmósfera combate el vacío inútil,
al grito ciego de amargura
y la ropa manchada de desdicha.
Cuando la palabra hiriente es solemne y nuestra,
cuando el caminar es lento y se cierra,
la fuga de instantes vencidos
son cántaros pesados en el hombro; tranquilo
porque hay luz con llave de agua,
una flor que es voz y puerta y vida
con sonrisa que te ama.
¡Tranquilo! Ya no tienes enemigos.