
Y cuando pase el tiempo
podremos jurar que tuvimos labios de uva prieta
y nuestro pecho
el lustre de la aceituna preñada al Sol.
Que bebimos juntos los caminos de medio mundo
y que un rayo sacudía de los brazos al pene si susurrabas
si cantabas
si te ibas
si volvías
si me odiabas
si me amabas
si llorabas
si reías, si reías, si reías, si reías.
Recuerdos como balas alojadas en mi frente
te formarán parte de mí.
Sin medallas, perderemos la cuenta
de las batallas que vencimos,
yo apoyándome en ti, sosteniéndote
tú sosteniéndome a mí, apoyándote.
Ya los troncos se habrán consumido
abriéndole sentido al humo y a la ceniza
al helor de la madrugada
a la oscuridad de la habitación sin sus cálidos rojos
al frío hueso que desciende
la espalda como último despido.
Mas, entre tu mano y la mía arrugadas
aún permanecerá en cobijo un fuerte campo magnético
quemante
cegador
de espléndidos dorados,
condensación de nuestros muchos momentos
y anuncio de un nuevo camino.
No te separes de mi
-vida-
que, juntos, querré también recorrerlo.
víctor