pueblen todos mis dedos rebeldes, de ignorancia,
y voten en las urnas por un mundo mejor,
sellen todas mis cartas, todas, desde la infancia.
A ese niño precoz amante del amor,
denle la rienda suelta que no tuvo constancia,
adolescente inmundo, las causas de rigor
de su lucha incesante contra la relevancia
de las causas primeras que le roban ardor
en su mirada incólume, sin gesto de arrogancia
ni reflejo de traumas, pero con el candor
de una contienda exangüe desde la tolerancia.
Sentimientos ocultos, acudan al calor,
róbenle el corazón y dejen su fragancia.