
Qué hermosa edad es esa tuya
con hambres insaciables de paisaje.
Como una rama verde
es blanda la corteza de tus yemas,
y tu corazón abierto al aire
dispara arcaduces de inocencia
para mostrar al mundo el brillo de tu amor.
Tu vuelo crece con el ímpetu que nace de la boca,
con la impaciencia y sinceridad de tu estatura,
con el instinto sediento de albedrío,
secreto mudo cavado en el fondo de tu cauce.
Pero no olvides que eres barro,carne marcada por el tiempo.
Con el paso de los años
cuando veas el cielo más cercano de la tierra,
cansado de arrastrar los pies por túneles amargos,
tu firme voluntad
buscará la mano que guió sus primeros escarceos
mientras se te hace la noche entre el silencio de las piedras.
Y tal vez te verás desnudo recordando el sordo eco de tus pasos,
rota y varada el alma
en las orillas de la fría soledad que te acompaña.
*Andros