
Es de noche, mañana,
entre el regalo de los rostros,
herido, embriagándome de lo oscuro
-espejo de los vientos que me miran
violado por el vacío-,
huyendo de la triste luna
dormida.
Si pudiera ser ave presa cubierta
del gozo desolador, escoba gastada
sin palabra de basura,
una pequeña aguja sin hilo,
los labios fríos que besan la muerte,
sería un premio a mi despertar
del sueño.
Una sombra de mugre con llagas de silencio
trenzada a mis huesos,
a mi sangre; los dientes
en polvo de nombres me asegura
el olvido. Si pudiera ser
la cima sin árboles,
la raíz con mordida alegre del agua,
la lágrima cubierta de párpados vivos,
sería plaza de fiesta con luz de diamantes.
Ancla de frío y fuego
despertando,
mañana.