Recuerdo perfectamente aquella mano indígena
saboteando el fondo de mi mochila.
Picadilly Circus anochecía los dedos mientras el pik-up,
( sin límite de horario )
hacía estremecer los huesos de Lord Shaftesbury.
( los míos deslizaban sueños de hippie, au-pair vistiendo las plumas del ángel)
Los hilachos que sin rumbo atraviesan las callejas
debieron atrapar entre sus telas de araña la loca fantasía de mis letras.
O tal vez, quizá simplemente, se quedaron
ahuecando los penachos de la guardia
( ¡ plas – plas ! )
en esa danza impasible y sin cambios
(contradicción en su nombre),
allá, en Buckingaham Palace .
Y es que, no me sientan bien los cielos grises
habré de sobornar a algún befeatter para transmutar visitas por la Aurora Boreal.
( En Alicante te desahogas mejor, con cielos tan azules como mi mar y sin cambios de guardia/s)