
Ni un grito,ni un gesto displicente,
ni tampoco la acritud vertida entre reproches
podrán conturbar la paz de tu reposo.
Todo,
desde el tímido bostezo de un felino soñoliento
hasta el ronco eco de unos pasos ahuecados,
nada escapa a tus hondas sensaciones.
Y sin embargo,no todo ese caudal
se puede exportar más allá de las arrugas de la frente.
Sabes bien que no eres más que un grano de sal
enterrado en el reino de las algas,
incapaz de discernir qué es mejor:
Ocupar la retaguardia o romper el frente.
Por eso tu discurso se nutre de la duda,
te hallas desolado,confinado a ser espectro evanescente
entre las espesas telarañas de la niebla,
por eso,en fin,corres tras el viento para afirmarte
aunque sea dando vueltas de campana.
*Andros