
LA CENA
La Navidad…siempre me ha colmado en el pecho una dulce nostalgia, porque en ella especialmente, es donde deseo tanto abrazar a los seres que amo, y, no siempre se puede…
Algunos, han fallecido, otros están, tan lejos... y bueno…algunos se alejaron por distintas razones…Pero nunca, léanlo bien, nunca del todo de mi corazón...
Recuerdo tanto a mi abuelo materno y su rosario en la mano, a mi abuelo paterno y sus botas de soldado... A mis padres… ¡Ay!, es en ellos que el dolor se acrecienta y se inundan mis ojos en lágrimas...Cierro fuerte los párpados…y pareciera que huelo al asado de mi madre que hasta su calorcito palpo.
Los brincos del ir y venir para armar el Nacimiento, dirigidos por mi padre…y el alto honor de saber, quien ese año podría colocar a Jesús en el pesebre. Los villancicos y las oraciones... la grave voz de mi padre... y los regalos, los escondidos y los que encontrábamos al pie de la cama...El beso apretadito, ¡el hogar!, ese calor bendito...
Recuerdos… ¡Tantos recuerdos…!
Aprieto los labios porque no deseo que se me escuche el quejido…Ya saben…es cuando recuerdo a mi esposo y esos años, en los que fui tan feliz al amarlo.
Lloro, sí, pero mis lágrimas no llevan ya tristeza, sino gratitud a Dios, por haberme permitido compartir a su lado, no los años que quise, sino los que él quiso darme.
Podría contarles cada instante, y desear que Uds. en sus vidas, tengan la dicha que tuve…No, no me quejo, mi suerte es diferente ahora…Es sólo que aún lo extraño, porque sabía entregar un amor constante, ese que edifica el espíritu y forja en quien se ama, fortaleza.
Suelo muchas veces requerirla por costumbre y falta…Y al ser ya imposible, pues él hace ocho años que vive en el Padre, son mis hijos, que en su corta edad tienen la magia, esa magia heredada en la sangre, y son ellos los que me levantan, empujan y hasta regañan…cuando es menester hacerlo, que aquí todos tenemos la misma importancia.
¿Saben?, hay un instante en donde todo se fusiona, así como cuando vivía con mis padres y luego, cuando tenía a mi esposo a mi lado…Es al momento de la cena, cuando todo esfuerzo sobre ese mantel se comparte, y podemos unos a otros servirnos, mirarnos a los ojos y vernos dentro de ellos, sí, ver nuestro propio rostro, porque todos los deseos dejaron de ser particulares, y lo que nos une es algo entrañable…La familia.
Deseo profundamente que en sobria mesa, sean ricos en amor fraterno, y llegadas las 12 podamos estrecharnos a pesar de la distancia. ¡FELIZ NAVIDAD!
Maricruz Díaz
é hijos.
Diciembre 2008
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