¡VENTE CONMIGO, GITANA!
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Con el alma enarbolada
en el mástil del amor,
rema, pensando en su amada,
un marinero cantor.
Cantando va sus canciones
por los caminos del mar,
entre destellos azules
que se enturbian al mirar,
la pena que va surgiendo
desde su pecho al cantar:
¡Vente conmigo, gitana,
que no lo puedo aguantar,
gitana vente conmigo
para poderte abrazar…
que es muy triste ser marino,
llevarte dentro del alma
y vivir en soledad!”
De arena fina es la playa,
de azul turquesa la mar,
de fuego, el orto que estalla,
de llanto amargo su faz.
De añil fulgente es el cielo,
de nácar blanca la sal,
de negros rizos su pelo,
de cante jondo el cantar:
Martinetes y livianas,
seguiriyas, soleares,
deblas, tientos y tonás...
cañas, polos, caracoles,
jabegotes y rondeñas,
son los palos que se canta
el marinero al remar…
“¡Gitana, vente conmigo,
que no lo puedo aguantar,
vente conmigo gitana
para poderte abrazar…
que es muy triste ser marino,
llevarte dentro del alma,
y sentir la soledad!”
En un lugar de mi mente
-o entre mis sueños quizás-,
yace el recuerdo latente
de aquel marinero triste
que lloraba amargamente
añorando a su gitana…
mientras cantaba y remaba,
sobre las linfas del mar.
_______________________
Autor: Francisco López Delgado.
Todos los derechos reservados.
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Con el alma enarbolada
en el mástil del amor,
rema, pensando en su amada,
un marinero cantor.
Cantando va sus canciones
por los caminos del mar,
entre destellos azules
que se enturbian al mirar,
la pena que va surgiendo
desde su pecho al cantar:
¡Vente conmigo, gitana,
que no lo puedo aguantar,
gitana vente conmigo
para poderte abrazar…
que es muy triste ser marino,
llevarte dentro del alma
y vivir en soledad!”
De arena fina es la playa,
de azul turquesa la mar,
de fuego, el orto que estalla,
de llanto amargo su faz.
De añil fulgente es el cielo,
de nácar blanca la sal,
de negros rizos su pelo,
de cante jondo el cantar:
Martinetes y livianas,
seguiriyas, soleares,
deblas, tientos y tonás...
cañas, polos, caracoles,
jabegotes y rondeñas,
son los palos que se canta
el marinero al remar…
“¡Gitana, vente conmigo,
que no lo puedo aguantar,
vente conmigo gitana
para poderte abrazar…
que es muy triste ser marino,
llevarte dentro del alma,
y sentir la soledad!”
En un lugar de mi mente
-o entre mis sueños quizás-,
yace el recuerdo latente
de aquel marinero triste
que lloraba amargamente
añorando a su gitana…
mientras cantaba y remaba,
sobre las linfas del mar.
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Autor: Francisco López Delgado.
Todos los derechos reservados.
