El tiempo de la felicidad

[Ramón Carballal]

Gran pracer estar de novo léndote, meu.
Unha aperta

Grazas, Xaime. Bótase de menos a túa fermosa poesía. Unha aperta.

[Ramón Carballal]

Belleza y buen hacer, tu poesía es todo un espectáculo de imágenes, siempre es un placer pasar por tu poesía, un gran abrazo querido Poeta.

Cecilia

Gracias, Cecilia, por tu lectura y amable comentario. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Un mosaico de imágenes que producen sensaciones incomparables.
Tu poesía siempre produce esos efectos.
Precioso y precioso y lo siguiente.
Un abrazo, Ramón

Gracias, Carmen, por tu lectura y amable comentario. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Tu inspiraci´on es sabia y cada verso un trozo de voz y de silencio que recuerda por donde transita la ilusión
y por qué habla y calla el ansia de vivir de la pluma y del poeta.

Un abrazo

Gracias, Guillermo, por leerme y comentar. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Desde el principio del principio.

Cuando apenas el esqueje se asoma a la luz
un árbol estalla en columpios de sonrisas,
el alba crece, los insectos devoran el néctar
que un Olimpo mostró,
nenúfares dorados
en los bolsillos que desconoces,
desconoces.

Y la saliva del mar en tu aliento,
un azul reverberando insomne
como un manto de guirnaldas
o la capa del ensueño que colorea de vida
cada minuto que eres.

¿Y el amor?

Ráfaga de misterio
en los acantilados de la aurora.

¡Y la levedad de las hojas!

El sueño de las estaciones ajardina
el minúsculo eje de tu sensibilidad,
flores e invierno, canícula
o murmullo de sol en las entrañas.

Una voz de siglos cubre tu piel,
te dirige sin que nombres el porqué
hacia la insolencia de los pájaros
y el ansia de vivir.

¡Qué dádiva el calor de los enjambres!
tu juventud entre las sombras de miles de bosques
que te abrigan para ser un numen, un lapso,
un espejo que transita por los vértices de la plenitud.

Toda vida es una apuesta
que al mostrarse deja de ser ilusión.

Tus horas fueron blancas,
tus pasos un silencio que a veces olvidas
al volver a la valentía, al fulgor impenetrable de los niños
que crecen siendo la atmósfera brillante
de un solsticio fósil que ya ni tú recuerdas.

Nostálgico y bello poema, Ramón, un placer de lectura. ERA

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Gracias, ERA, por acercarte al poema y comentarlo. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Desde el principio del principio.

Cuando apenas el esqueje se asoma a la luz
un árbol estalla en columpios de sonrisas,
el alba crece, los insectos devoran el néctar
que un Olimpo mostró,
nenúfares dorados
en los bolsillos que desconoces,
desconoces.

Y la saliva del mar en tu aliento,
un azul reverberando insomne
como un manto de guirnaldas
o la capa del ensueño que colorea de vida
cada minuto que eres.

¿Y el amor?

Ráfaga de misterio
en los acantilados de la aurora.

¡Y la levedad de las hojas!

El sueño de las estaciones ajardina
el minúsculo eje de tu sensibilidad,
flores e invierno, canícula
o murmullo de sol en las entrañas.

Una voz de siglos cubre tu piel,
te dirige sin que nombres el porqué
hacia la insolencia de los pájaros
y el ansia de vivir.

¡Qué dádiva el calor de los enjambres!
tu juventud entre las sombras de miles de bosques
que te abrigan para ser un numen, un lapso,
un espejo que transita por los vértices de la plenitud.

Toda vida es una apuesta
que al mostrarse deja de ser ilusión.

Tus horas fueron blancas,
tus pasos un silencio que a veces olvidas
al volver a la valentía, al fulgor impenetrable de los niños
que crecen siendo la atmósfera brillante
de un solsticio fósil que ya ni tú recuerdas.

Gran entrega, Ramón! Felicitaciones!

Gracias, Carlos Justino, por tus amables palabras. Un abrazo.