Últimas palabras

[Rafael Valdemar]

Tú eras como un duermevela entre el vértigo y la fuga,
invadías los sueños con la voracidad de un coyote
y con aroma a navaja te deslizabas por el filo de la carne.
Arrojabas maldiciones al fondo del espejo y a mi alma sacudías
como ventisca de rabia mientras te bebías un Dry Martini
en las tabernas del hastío; luego, me hallabas con tu ebriedad
en un cruce de caminos donde ni holgura para llorar tuvimos.
Y caminábamos despacio, cómplices en la resaca del amanecer
y con el mundo roto y vencido a nuestra espalda, entonces
te lanzabas al futuro, pirómano de promesas, y encendías
como un querubín la sangre. Cuantas noches al borde del abismo,
repleto de soledad, pretendías encelarte con la luna, pero
en madrugada sólo quedaba aguantar en las trincheras de la vida
para protegernos del deseo que siempre fue rancio enemigo.
Y un día te marchaste, sin esquivar la balacea de la muerte,
ni el fango del suicida donde te hacías dúctil cada tarde.
Supongo que insaciable en la otra orilla estarás mordiendo
las entrañas de la tierra buscando tus raíces; o quizá navegando
por un océano con olas de hiel para encontrar la mirada
de unos ojos donde toda la tristeza del mundo se concentra.
Yo no estaré ahí para intimidad a tu mala suerte, ni tampoco
podré entonar con los acordes de la libertad aquella melodía
que escuchabas cuando huían de nuestro asedio los chacales
y con el latir del planeta respirábamos su paz tan codiciada.
Donde ahora permanezcas, torbellino apagado a la sombra
de mis días, quisiera recordarte que me debes todo el tiempo
que tu ausencia se ha llevado y que en la piel del corazón
se quedó tu nombre tatuado para que la memoria habite,
aunque temo que en la inmensidad del olvido se haga herida.

[Hallie Hernández Alfaro]

Precioso homenaje, querido amigo; llenas de un elegante y sentidísimo lirismo la mesa de los recuerdos.
Los cinco últimoss versos son extraordinarios.

Abrazo y mil gracias por compartir.

[Pilar Morte]

Hermosos versos con el sentimiento a flor de piel. Un gusto leerte
Abrazos
Pilar

[Alonso Vicent]

Tú eras como un duermevela entre el vértigo y la fuga,
invadías los sueños con la voracidad de un coyote
y con aroma a navaja te deslizabas por el filo de la carne.
Arrojabas maldiciones al fondo del espejo y a mi rostro sacudías
como ventisca de mentiras mientras te bebías un Dry Martini
en las tabernas del hastío; luego, me hallabas con tu ebriedad
en un cruce de caminos donde ni espacio para llorar tuvimos.
Y caminábamos despacio, cómplices en la resaca del amanecer
y con el mundo roto y vencido a nuestra espalda, entonces
te lanzabas al futuro, pirómano de promesas, y encendías
como un querubín la sangre. Cuantas noches al borde del abismo,
ahítos de soledad, pretendíamos acostarnos con la luna, pero
en madrugada sólo quedaba aguantar en las trincheras de la vida
para protegernos del deseo que siempre fue fiero enemigo.
Y un día te marchaste, sin esquivar la balacea de la muerte,
ni el fango del suicida donde te hacías dúctil cada tarde.
Supongo que insaciable en la otra orilla estarás mordiendo
las entrañas de la tierra buscando tus raíces; o quizás
navegando por un océano con olas de hiel para encontrar
la mirada de unos ojos donde la tristeza del mundo se concentra.
Yo no estaré ahí para intimidad a tu mala suerte, ni tampoco
podré interpretar con el diapasón de mis labios
la melodía que escuchabas cuando huían los chacales
y con el latir del planeta respirábamos su paz tan codiciada.
Donde ahora permanezcas, torbellino apagado a la sombra
de mis días, quisiera recordarte que me debes todo el tiempo
que tu ausencia se ha llevado y que en la piel del corazón
se quedó tu nombre tatuado para que la memoria habite,
aunque temo que en la inmensidad del olvido se haga herida.

Buen poema para una despedida vista a través del tiempo y de la ausencia.
Un abrazo, compañero, y encantado de leerte.

[Guillermo Cumar.]

Rica inspiración y met´afora fluida, amigo. Disfrute de la lectura.

Un abrazo

[E. R. Aristy]

Tú eras como un duermevela entre el vértigo y la fuga,
invadías los sueños con la voracidad de un coyote
y con aroma a navaja te deslizabas por el filo de la carne.
Arrojabas maldiciones al fondo del espejo y a mi alma sacudías
como ventisca de rabia mientras te bebías un Dry Martini
en las tabernas del hastío; luego, me hallabas con tu ebriedad
en un cruce de caminos donde ni holgura para llorar tuvimos.
Y caminábamos despacio, cómplices en la resaca del amanecer
y con el mundo roto y vencido a nuestra espalda, entonces
te lanzabas al futuro, pirómano de promesas, y encendías
como un querubín la sangre. Cuantas noches al borde del abismo,
repleto de soledad, pretendías encelarte con la luna, pero
en madrugada sólo quedaba aguantar en las trincheras de la vida
para protegernos del deseo que siempre fue rancio enemigo.
Y un día te marchaste, sin esquivar la balacea de la muerte,
ni el fango del suicida donde te hacías dúctil cada tarde.
Supongo que insaciable en la otra orilla estarás mordiendo
las entrañas de la tierra buscando tus raíces; o quizá navegando
por un océano con olas de hiel para encontrar la mirada
de unos ojos donde toda la tristeza del mundo se concentra.
Yo no estaré ahí para intimidad a tu mala suerte, ni tampoco
podré entonar con los acordes de la libertad aquella melodía
que escuchabas cuando huían de nuestro asedio los chacales
y con el latir del planeta respirábamos su paz tan codiciada.
Donde ahora permanezcas, torbellino apagado a la sombra
de mis días, quisiera recordarte que me debes todo el tiempo
que tu ausencia se ha llevado y que en la piel del corazón
se quedó tu nombre tatuado para que la memoria habite,
aunque temo que en la inmensidad del olvido se haga herida.

Es un poema en fuego, en medio del torbellino, un poema sobre esas olas amargas, entre trincheras, un poema de extraordinario, intenso viaje. Un poema que arde y que a la vez oxigena una paz extraña e íntima. Me ha conmovido cómo converge y la vez es divergente. Muestras en estos versos el movimiento del corazón. Un placer leerte, Rafael. ERA

[Silvia Savall]

Tú eras como un duermevela entre el vértigo y la fuga,
invadías los sueños con la voracidad de un coyote
y con aroma a navaja te deslizabas por el filo de la carne.
Arrojabas maldiciones al fondo del espejo y a mi alma sacudías
como ventisca de rabia mientras te bebías un Dry Martini
en las tabernas del hastío; luego, me hallabas con tu ebriedad
en un cruce de caminos donde ni holgura para llorar tuvimos.
Y caminábamos despacio, cómplices en la resaca del amanecer
y con el mundo roto y vencido a nuestra espalda, entonces
te lanzabas al futuro, pirómano de promesas, y encendías
como un querubín la sangre. Cuantas noches al borde del abismo,
repleto de soledad, pretendías encelarte con la luna, pero
en madrugada sólo quedaba aguantar en las trincheras de la vida
para protegernos del deseo que siempre fue rancio enemigo.
Y un día te marchaste, sin esquivar la balacea de la muerte,
ni el fango del suicida donde te hacías dúctil cada tarde.
Supongo que insaciable en la otra orilla estarás mordiendo
las entrañas de la tierra buscando tus raíces; o quizá navegando
por un océano con olas de hiel para encontrar la mirada
de unos ojos donde toda la tristeza del mundo se concentra.
Yo no estaré ahí para intimidad a tu mala suerte, ni tampoco
podré entonar con los acordes de la libertad aquella melodía
que escuchabas cuando huían de nuestro asedio los chacales
y con el latir del planeta respirábamos su paz tan codiciada.
Donde ahora permanezcas, torbellino apagado a la sombra
de mis días, quisiera recordarte que me debes todo el tiempo
que tu ausencia se ha llevado y que en la piel del corazón
se quedó tu nombre tatuado para que la memoria habite,
aunque temo que en la inmensidad del olvido se haga herida.

Vaya compañero, qué manera de escribir.
Te felicito Rafael.
Un abrazo grande.

[Rafael Valdemar]

Hallie gracias por pasarte por el poema y dejar tus palabras

saludos

rafael

[Ramón Castro Méndez]

Gran poema, Rafael, de una riqueza expresiva apabullante e impactantes imágenes para celebrar un desencuentro.

Me ha encantado. Mi ferviente aplauso.

Un abrazo.

[Rafael Valdemar]

Pilar gracias por pasarte por mis versos y dejar tus palabras

saludos

rafael

[Rafael Valdemar]

Alonso gracias por pasarte por mis versos y dejar tus palabras

saludos

rafael

[Rafael Valdemar]

Guillermo gracias por pasarte por mis versos y dejar tus palabras

saludos

rafael

[Carmen Parra.]

Y...cuanto duelen esas heridas..., las despedidas las abren y es necesario que el tiempo las suavice
Un hermoso poema Rafael, todo él colmado de sensibilidad
Un abrazo
Carmen

[Carlos Justino Caballero]

Tú eras como un duermevela entre el vértigo y la fuga,
invadías los sueños con la voracidad de un coyote
y con aroma a navaja te deslizabas por el filo de la carne.
Arrojabas maldiciones al fondo del espejo y a mi alma sacudías
como ventisca de rabia mientras te bebías un Dry Martini
en las tabernas del hastío; luego, me hallabas con tu ebriedad
en un cruce de caminos donde ni holgura para llorar tuvimos.
Y caminábamos despacio, cómplices en la resaca del amanecer
y con el mundo roto y vencido a nuestra espalda, entonces
te lanzabas al futuro, pirómano de promesas, y encendías
como un querubín la sangre. Cuantas noches al borde del abismo,
repleto de soledad, pretendías encelarte con la luna, pero
en madrugada sólo quedaba aguantar en las trincheras de la vida
para protegernos del deseo que siempre fue rancio enemigo.
Y un día te marchaste, sin esquivar la balacea de la muerte,
ni el fango del suicida donde te hacías dúctil cada tarde.
Supongo que insaciable en la otra orilla estarás mordiendo
las entrañas de la tierra buscando tus raíces; o quizá navegando
por un océano con olas de hiel para encontrar la mirada
de unos ojos donde toda la tristeza del mundo se concentra.
Yo no estaré ahí para intimidad a tu mala suerte, ni tampoco
podré entonar con los acordes de la libertad aquella melodía
que escuchabas cuando huían de nuestro asedio los chacales
y con el latir del planeta respirábamos su paz tan codiciada.
Donde ahora permanezcas, torbellino apagado a la sombra
de mis días, quisiera recordarte que me debes todo el tiempo
que tu ausencia se ha llevado y que en la piel del corazón
se quedó tu nombre tatuado para que la memoria habite,
aunque temo que en la inmensidad del olvido se haga herida.

Poema que llega cumple su cometido. Y este lo hace, Rafael, a flor de sentimiento y buen decir. Saludos.

[Rafael Valdemar]

Roxie gracias por pasarte por el poema y dejar tus palabras

saludos

rafael