Palabras

[Jerónimo Muñoz]

PALABRAS


Además, las palabras.

Qué inmensidad, qué lujuria de palabras.

Las tuyas,
las de las solerías,
las tuyas,
las de las hogazas de pan caliente,
las tuyas,
las del deseo que solo en minutos muere o las del amor purísimo que dura un poco más,
las tuyas,
las que perdonan los pecados y las que inyectan almíbar entre los cabellos,
las tuyas,
las que solo son gestos o miradas confusas con voz.

Las mías.
Las mías que tú no oyes, las que nadie oye o sólo yo, que enmudecí hace siglos.
Las mías que susurran amor y las de los perros apaleados.
Las de la soldadesca y las mías que saben a café con azúcar.
Las mías, etéreas, frágiles, fugaces, y las de los escualos que mastican ojos inexpresivos.

Demasiadas palabras. Las tuyas las mías, las de las nubes, las de los crisantemos.

Yo sé bien que hay palabras que no sirven para nada, pero no me revelo. Sólo callo.

Y escucho las palabras que parecen estériles, que no tendrán historia. Son el clamor de una angustia compartida que se diluye en ecos cada vez más lejanos. Palabras como sapos de alberca, como el perentorio bramido del hambre de los montes. Palabras como misas en latín, como tañido de tambores.

Tu voz y mis oídos.

Escucho tus palabras, las tuyas, las tuyas. Déjame callado y habla.

[Mario Martínez]

Yo sé bien que hay palabras que no sirven para nada, pero no me revelo. Sólo callo.

De palabras hacemos la existencia, compañero. De las dichas, de las calladas, de las útiles, de las inútiles. De todas (siempre sirven).

Me gustó el poema, Jerónimo. Un abrazo.

Mario

[Jerónimo Muñoz]

Sí, Mario: todas sirven. Sin palabras no seríamos humanos. Y sin la aparente inutilidad de la palabra poética, seríamos incompletos.
Gracias y un abrazo.
Jerónimo

[Silvia Savall]

PALABRAS


Además, las palabras.

Qué inmensidad, qué lujuria de palabras.

Las tuyas,
las de las solerías,
las tuyas,
las de las hogazas de pan caliente,
las tuyas,
las del deseo que solo en minutos muere o las del amor purísimo que dura un poco más,
las tuyas,
las que perdonan los pecados y las que inyectan almíbar entre los cabellos,
las tuyas,
las que solo son gestos o miradas confusas con voz.

Las mías.
Las mías que tú no oyes, las que nadie oye o sólo yo, que enmudecí hace siglos.
Las mías que susurran amor y las de los perros apaleados.
Las de la soldadesca y las mías que saben a café con azúcar.
Las mías, etéreas, frágiles, fugaces, y las de los escualos que mastican ojos inexpresivos.

Demasiadas palabras. Las tuyas las mías, las de las nubes, las de los crisantemos.

Yo sé bien que hay palabras que no sirven para nada, pero no me revelo. Sólo callo.

Y escucho las palabras que parecen estériles, que no tendrán historia. Son el clamor de una angustia compartida que se diluye en ecos cada vez más lejanos. Palabras como sapos de alberca, como el perentorio bramido del hambre de los montes. Palabras como misas en latín, como tañido de tambores.

Tu voz y mis oídos.

Escucho tus palabras, las tuyas, las tuyas. Déjame callado y habla.

Palabras y más palabras, pero las tuyas se levantan al cielo. Qué gran poema compañero. Sigue regalándonos palabras de poesía.
Muchas gracias por compartir.
Un abrazo hasta allí.

[Pilar Morte]

Muchas palabras con sentido y qué buen final. Tu vida tiene palabras que saben a pan recién hecho. Me encanta leerte.
Un abrazo grande
Pilar

[Guillermo Cumar.]

Hay palabras para todo, hasta para callar y para poner en siencio al mentidero. Hay palabras de quita y pon; de dame cuerda
y de toma y daca. Hay palabras tuyas que dialogan con las m´´ías hay palabras que ni dialogan ni permiten dialogar.
Hay palabras para describir que la esencia del lenguaje está en la fórmula de un reclamo pertinente.

un abrazo

[Jerónimo Muñoz]

Palabras y más palabras, pero las tuyas se levantan al cielo. Qué gran poema compañero. Sigue regalándonos palabras de poesía.
Muchas gracias por compartir.
Un abrazo hasta allí.

Tú sí que me haces un regalo con tus palabras cordiales al pie de mi casi poema. Las gracias he de dártelas yo a ti por el agrado que me muestras.
Otro abrazo para ti desde el mismo mar que nos une.
Jerónimo

[Hallie Hernández Alfaro]

Hermoso, amigo querido; palabras farolas, palabras santas, palabras de miel y hojuelas de vida; potentísimas las imágenes, los conjuntos enlazados, los pasadizos convincentes.

De pie para los aplausos; beso grande.

[Marius Gabureanu]

Magnífico, Jerónimo, es un poema que dice mucho en lo que no dice. Ese "las tuyas" que se repite una y otra vez crea un espacio donde podemos intuir la complejidad y la grandeza de las palabras. Hay mucha belleza aquí, en esa fuente lírica de aforismos. Mis abrazos.

[Jerónimo Muñoz]

Muchas palabras con sentido y qué buen final. Tu vida tiene palabras que saben a pan recién hecho. Me encanta leerte.
Un abrazo grande
Pilar

Y a mí me encanta que me leas. ¿Qué mejor lectora que una buena amiga?
Gracias, siempre gracias por tu afecto y tu seguimiento que me mantienen atado al foro.
Besos.
jerónimo

[Rafel Calle]

Hermoso e interesante trabajo de Jerónimo.

[Óscar Distéfano]

PALABRAS


Además, las palabras.

Qué inmensidad, qué lujuria de palabras.

Las tuyas,
las de las solerías,
las tuyas,
las de las hogazas de pan caliente,
las tuyas,
las del deseo que solo en minutos muere o las del amor purísimo que dura un poco más,
las tuyas,
las que perdonan los pecados y las que inyectan almíbar entre los cabellos,
las tuyas,
las que solo son gestos o miradas confusas con voz.

Las mías.
Las mías que tú no oyes, las que nadie oye o sólo yo, que enmudecí hace siglos.
Las mías que susurran amor y las de los perros apaleados.
Las de la soldadesca y las mías que saben a café con azúcar.
Las mías, etéreas, frágiles, fugaces, y las de los escualos que mastican ojos inexpresivos.

Demasiadas palabras. Las tuyas las mías, las de las nubes, las de los crisantemos.

Yo sé bien que hay palabras que no sirven para nada, pero no me revelo. Sólo callo.

Y escucho las palabras que parecen estériles, que no tendrán historia. Son el clamor de una angustia compartida que se diluye en ecos cada vez más lejanos. Palabras como sapos de alberca, como el perentorio bramido del hambre de los montes. Palabras como misas en latín, como tañido de tambores.

Tu voz y mis oídos.

Escucho tus palabras, las tuyas, las tuyas. Déjame callado y habla.

Este poema es un regalo para el espíritu. ¿Sabes, Jerónimo, que has escrito poesía de altura, que se eleva más allá de lo que leemos a diario? Es admirable el sentido que le has dado al concepto sobre el cual se basa el mensaje de la obra. Hay toda una cátedra formal en su presentación, en esas simpáticas anáforas que le quedan justas al poema: trasmiten con precisión el mundo de las palabras, como si fuesen mariposas volando y susurrando en graciosas cabriolas y vaivenes. ¿Qué riqueza de imágenes, de metáforas engrandece esta obra que tiende a la maestría. Mis aplausos, estimado.

Un abrazo.
Óscar

[Jerónimo Muñoz]

Hay palabras para todo, hasta para callar y para poner en siencio al mentidero. Hay palabras de quita y pon; de dame cuerda
y de toma y daca. Hay palabras tuyas que dialogan con las m´´ías hay palabras que ni dialogan ni permiten dialogar.
Hay palabras para describir que la esencia del lenguaje está en la fórmula de un reclamo pertinente.

un abrazo

De acuerdo, Guillermo: hay palabras para todo. Pero algunas (muchísimas), como los suspiros becquerianos, son aire y van al aire. ¿Quién las recibirá, las comprenderá, las tolerará? A pesar de todo, ¡vivan las palabras!

[E. R. Aristy]

PALABRAS


Además, las palabras.

Qué inmensidad, qué lujuria de palabras.

Las tuyas,
las de las solerías,
las tuyas,
las de las hogazas de pan caliente,
las tuyas,
las del deseo que solo en minutos muere o las del amor purísimo que dura un poco más,
las tuyas,
las que perdonan los pecados y las que inyectan almíbar entre los cabellos,
las tuyas,
las que solo son gestos o miradas confusas con voz.

Las mías.
Las mías que tú no oyes, las que nadie oye o sólo yo, que enmudecí hace siglos.
Las mías que susurran amor y las de los perros apaleados.
Las de la soldadesca y las mías que saben a café con azúcar.
Las mías, etéreas, frágiles, fugaces, y las de los escualos que mastican ojos inexpresivos.

Demasiadas palabras. Las tuyas las mías, las de las nubes, las de los crisantemos.

Yo sé bien que hay palabras que no sirven para nada, pero no me revelo. Sólo callo.

Y escucho las palabras que parecen estériles, que no tendrán historia. Son el clamor de una angustia compartida que se diluye en ecos cada vez más lejanos. Palabras como sapos de alberca, como el perentorio bramido del hambre de los montes. Palabras como misas en latín, como tañido de tambores.

Tu voz y mis oídos.

Escucho tus palabras, las tuyas, las tuyas. Déjame callado y habla.

Bravo, Jerónimo, es un poema que le enseña a as palabras a guardar silencio, a leer gestos, a cerrar los ojos y no tener palabras que nos definan. Me ha maravillado tu buen hacer y bella inspiración. ERA

[Lunamar Solano]

Impregnados de suspiros tus dulces versos querido amigo... un cierre precioso...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy