EL poeta que dejó la sangre porque no quiso drogarse

[Javier Dicenzo]

EL poeta que dejó la sangre porque no quiso drogarse

A Oscar Distefano por su amistad

El poeta, húmedo de madrugadas, quizá murió suicidado en un beso,
tus manos, tus manos, tus ojos y tu boca no son mías.

Ayer era una hormiga caminando este desierto,
Pagarás cada instante de vida y de respiro,
Juntarás iguanas, lagartos, sapos,
Pero el sol nunca más saldrá.

Hoy, perdido en mis mentiras, en la guerra en el malditismo.
Quiero levantar mi copa para los vivos,
Muerto en mi poema inútil de crisálidas heridas.

Nunca nombres el espejo que refleja tu nombre,
Nunca aparezcas como un fantasma
No me drogo para escribir distancias de acá a tus ojos.

Yo no saldré a morir amaneceres,
Ni quebraré la rama de tu rostro ínfimo.

Quiero ser libre de las manos de una mujer
Y soltarme matar en medio de la nada un mosquito,
Porque sufrí el grito de los dioses de otro mundo.

Atravesaré tu música que fue conejito de bandido
Conejito de bandido, muerto en mis manos,
Dulce como un jugo en medio de un café,
Hoy soy el rostro hembra de la mansión lujosa,
Pero no beberé más el veneno de mi propio destino
Soy poeta del olvido y del tren que hoy parte al infinito.

[Rafel Calle]

Arriba con este hermoso trabajo de Javier.