...
Tenía los pies curvados, como aletas dispuestas al oleaje,
empapadas luces en sus ojos,
brillando. Su madre
decía que eran fruto de cuando nadaba dentro de ella.
La había sentido moverse como si buceara en un lago, y la recorriera
a brazadas infinitas.
Sus manos azules y su afinado rostro buscaban la humedad de las aceras,
los charcos de mansedumbre que el devenir iba posando,
de puntillas,
en su deambular de anfibio tras el infatigable tráfico.
Su voz parecía licuarse en su boca, mientras las preguntas
iban sumergiéndose en las orillas
del salpicar de sus pasos.
¿Qué hacía allí? ¿Qué hacía aquí, en este mundo?
Miró a las estrellas,
[tab=30][tab=30][tab=30][tab=30]y le parecieron de agua.
De un salto, se metió de lleno
en algún océano
que oscilaba bajo la realidad de los días.
Profundo, leeejos,
[tab=30][tab=30][tab=30][tab=30]…y el silencio…
… los ojos
abiertos…
un mar por explorar, y ella, ya sólo
sirena para recorrerlo.
.
.
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*Para todas aquellas mujeres, que sienten necesidad de libertad