era el día del helado batido como Dios manda,
un manubrio
dislatando los sinpares y los nones
de los nanos
(siete digo)
babeando los cristales de las nieves,
y la sal gorda
(muy gorda),
vainilla, canela..., leche
y los dedos
(de los siete)
buceando por ver si andaba cuajado.
La panza de la heladera, tablón en roble tostado
aluminio de tambor paseábase las tripas,
la terraza en alambique,
un capón siempre a destiempo equivocando cabeza,
Santa Misa y comulgante de turno vestido de marinero
y desajustando el ritmo bailante de la heladera
la madre de cuentacuentos y yo,
como siempre yo
y sólo para chincharles
(al cabo la única chica)
mimando
(mima que mima)
la cabeza de mi padre.
¡ Ración doble del helado en día de Corpus Christi ¡
Se siente hermanos, haberos nacido chicas.
( Siempre tocaban dos sacramentos en casa, siempre de siempre todos los años: Bautizos y Comuniones. Hoy, Corpus Christie al menos en Alicante, recuerdo...)