Su andar algo grotesco, quizá algo derrengado,
en su ajado semblante la sonrisa es eterna
es un rictus constante procaz y motivado
que nos contagia a todos con actitud fraterna.
En el bar es el centro de tertulias y clientes,
sus salidas jocosas estimulan contento
y reímos a gusto todos los asistentes,
pues junto a la ocurrencia nos demuestra talento.
Su presencia reclaman en bodas o veladas,
siempre es el invitado por su chispa y su porte,
pues es cual clown de circo de voces afectadas
o el bufón que animaba festejos en la corte.
Yo sé que muchas veces, el pueblo aún lo ignora,
si contempla el espejo, cuando está solo, llora…