En un pequeño cerro de mi pueblo
sentado en una piedra casi blanca
aquel viejo pastor de las ovejas
rumiando soledades se encontraba.
Con ocho años ya iba con su padre
a cuidar del ganado en la dehesa,
no conoció a maestros ni enseñantes
la vida pastoril su única escuela.
Tan cruel como la vida de un asceta,
sin contactos humanos ni horizontes,
ahora sin familia vive solo
con ese desamparo de atenciones
Es un paria que sufre un triste sino,
hoy lo he visto tan triste y achacoso
que sentí una honda pena al contemplarlo,
es casi un vegetal de aquel entorno.
Es penoso que exista una persona
y termine su vida sin historia.