Ramón Castro Méndez escribió:De este sol
que apenas conociera los ocasos,
y entre hebras de niebla
que emergen de la desnudez
de esta mañana manuscrita,
quiere alzarse una devota luz
deudora de sus sombras,
como una culpa
que se midiera por su peso.
Así vuelvo a tu paisaje
de cuerpo sin palabras,
de obstinada raíz en la cola del viento.
Tierra que fuera abierto vientre,
ahíto de quimeras,
de nombre antiguo,
de blasón viejo,
de sabia sangre que tus piedras ennobleciera.
Entregada a tus gestas,
solo un rimero de calcinados huesos,
antaño espoleada hueste de recia artería,
hoy es desván y columbario,
oxidado tambor de tu memoria.
Y trazo tus lindes
en la bondad que te adormece,
en la furia que te subleva
y hasta en tus yerros.
Ahora vuelvo a mirarte
con la fe antigua del resucitado,
con la bruma del que ya es anciano,
con el dolor callado que ha de hacer
aún más longevo el duelo.
Mi amada ausente,
indelebles huellas son mis heridas
y a ti regreso.
Me conmueve la belleza arraigada en éstos versos, Ramón. Es un poema de autorreflexión profunda que admite la belleza de la condición vulnerable y humana que nos acontece. Un fuerte abrazo, poeta. ERA