Cosas raras del amor.

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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María R. Alfano
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Cosas raras del amor.

Mensaje sin leer por María R. Alfano »

COSAS RARAS DEL AMOR.

El alboroto en la casa de la abuela había comenzado con la visita de una señora desconocida.
Yo atendí la puerta.
—Abuela, hay una señora que te busca, dice llamarse María Elisa…
La abuela me incrustó una mirada que me sacudió, por unos instantes quedó rígida, luego se puso roja.
—Repetí el nombre —exclamó, como si yo tuviera la culpa de algo.
—María Elisa.
Dejó el pincel y sin quitarse la camisola manchada de pintura, fue directo a la puerta, conocía muy bien a mi abuela y supe que la impulsaba una furia loca, capaz de quitar a empellones a quien se colocara en su camino. Caminé tras ella y traté de escuchar la conversación, fue imposible, Betina hablaba muy rápido y entrecortado y la otra mujer; muy bajo. La abuela la hizo pasar. Entraron al comedor y quedaron a puertas cerradas.

A partir de ese momento, el ambiente de la casa fue otro. Teléfonos que sonaban continuamente, llamadas de larga distancia, discusiones, unos tíos protestaban, otros lloraban y la abuela discutiendo con todos sus hijos, hasta que en un momento pareció cansarse y elevando la voz dijo:
—¡Es mi casa y es mi decisión, basta! Él que quiere venir a verlo, viene y el que no, es dueño de hacer lo que le da la gana.

Acondicionaron una habitación con una cama ortopédica, quitaron muebles, cambiaron las cortinas grises por otras blancas. Yo no entendía y cuando preguntaba que estaba sucediendo me mandaban a callar y un martes por la tarde se detuvo una ambulancia en la puerta de calle, bajaron una camilla con un hombre y lo llevaron al cuarto remozado. Luego me enteré que era mi abuelo Ignacio, él que yo creía muerto. Yo me había hecho la película de su muerte al ver que no lo nombraban, ni una fotografía suya circulaba por los cajones de los añejos muebles de la casa de la abuela.
El esposo pródigo había regresado al hogar. ¿Qué había sucedido en todos estos años en los que crecí sin saber de él?

Todas las mañanas llegaba María Elisa, ayudaba a Betina a curar al abuelo, preparaba su comida y luego se iba. La casa era un ir y venir de hijos, nueras y yernos, susurros, conversaciones en voz baja y yo sin entender nada.

Una de mis primas, con algunos años más, me aclaró la situación:
“El abuelo había abandonado a Betina, hacía quince años. Se enamoró de María Elisa, perdió la cabeza y se fue con ella a Viedma. Los primeros tiempos creímos que la abuela se iba a morir de tristeza, pero salió adelante con ayuda de una psicóloga, fue aceptando la realidad; el abuelo Ignacio se había enamorado de otra mujer y contra eso no hay nada que hacerle. Ahora estaba enfermo, había sido operado varias veces, pero no hubo cura. Estaba en su fase terminal, se moría y quería hacerlo entre sus hijos.
María Elisa vino a pedirle a la abuela, que lo dejara cumplir su última voluntad. Al principio Betina no quería saber nada, fue a verlo al hospital para cantarle unas cuantas, pero al verlo tan mal, no se animó y aceptó que se quedara en la casa. María Elisa no lo quería dejar, venía y ayudaba a la abuela, así que ahora tenemos un abuelo con dos mujeres”.
Esto último lo dijo riendo, a mi no me causó gracia.

Cuando el abuelo Ignacio murió, vi algo que me hizo crecer de golpe, mi abuela y María Elisa se abrazaron llorando como dos criaturas. Al principio no pude entender, luego intuí que las dos lo habían amado mucho y olvidaron los celos, las angustias, eran dos mujeres a las que se les había muerto el corazón y un tiempo de vida.
Uno llega a ser grande no por lo que escribe, sino por lo que lee. Jorge L. Borges

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Hallie Hernández Alfaro
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Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20

Re: Cosas raras del amor.

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Precioso trabajo María; creo que lo dibujas con total acierto y calidad. Las líneas finales son de una certeza arrolladora.

Felicitaciones muchas; gracias por compartir.
.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"

Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
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María R. Alfano
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Registrado: Sab, 11 Feb 2017 13:39

Re: Cosas raras del amor.

Mensaje sin leer por María R. Alfano »

Gracias hallie.
Tus palabras son alentadoras. :D :D

María
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