que dar vueltas por sendas mal seguras
en el fondo sin fondo de un abismo.
Ramón de Campoamor
que dar vueltas por sendas mal seguras
en el fondo sin fondo de un error.
Pero andaba por ellas y contaba
sus baldosas aquel atardecer
en el que mis carencias afectivas
se aunaban con mi sed de continuarme.
Unos tacones altos de obeliscos
hicieron ascender mis ojos tímidos
por los acantilados de unas piernas,
por el tronco frutal de un cuerpo joven,
hasta alcanzar un rostro de manzana.
Ella se había parado y yo también.
Sus ojos perforaron mis deseos
y su sonrisa rosa alzó mis ansias.
¿Estás sola?, le dije. “Ya lo ves”.
Yo estoy solo, le dije. “Ya lo veo”.
¿Quieres pasear cogida de mi mano?
“Pero no para siempre: he de volar”
Y anduvimos cogidos de la mano
por vírgenes aceras sin baldosas
y en mi pecho creció hierba celeste.
Quiero volar contigo. “Es imposible”
me dijo con mirada enamorada.
“En el Ferrari sólo caben dos”
Y el Ferrari aparcó junto a la acera
que se cubrió de pronto de baldosas.
Y se subió al Ferrari junto al otro
no sin antes besarme fugazmente.
Y el Ferrari arrancó y se echó a volar
y yo me quedé allí, sobre la acera,
en las baldosas rotas de mis sueños.