Juega el hombre, al rincon, con el miedo. Tonto infeliz, int

[curra anguiano]

Juega el hombre, al rincon, con el miedo.

Tonto infeliz, intenta engañarle, el miedo, si se esconde, está escondido, observa esa paz efímera del amor dormido, que brilla entre los verdes puros,
que al rato se marchan, sin haber crecido.

Juegos, que en pequeño, nos contagian, pero en grito, vuelven a ser solo lágrimas opacas, nada tiene sentido, en esta permanencia,
inestable de fuegos rotos, de todo lo que nace ya muerto, como esa cruz o esa madre que acuna.

Rincones, cuantos son precipicios del alma, incluso los de los bellos recuerdos, se llenan superfluos de soledades y astros de luces apagadas, de elixires, de lo más triste y de lo que no encuentras, ya ha salido.

Solo arrecia la lucha, la que en los pares, se aúna y acopla, y en esqueje guardado en un recodo de las tormentas, revoluciona las pausas, empujando la vida.