En el suelo sentada en una piedra
con el vestido roto y aterida
desconsolada y triste tú llorabas
con rabia contenida
Como esa hermosa flor que azota el viento
y la lluvia sus pétalos desgarra
así apareciste ante mi ojos
esa extraña mañana.
Fue un encuentro casual pero dichoso
te conocí, mi amor, y desde entonces
yo seré tu galán, tu jardinero,
tú, reina entre las flores.
Te prometí, mujer, que tú serías…
¡la flor que fuiste un día!