Confieso

[Ramón Castro Méndez]

Confieso que he vivido,
el corazón ya apenas carga con su peso,
y el tiempo aborda el universo
de las fatigas que me afligen
cual divino sortilegio de píldoras diversas,
allí donde la carne y el hueso
se aprestan al óleo y la ceniza,
y la vida se queja hipando los recuerdos.
Ahora soy tan solo un nombre
que viene a herir mi memoria,
que capitula en cada silenciosa sílaba
exhalando, en un descuido cruel,
exangües imágenes que hubiera desvelado su secreto.

Confieso que he vivido,
a mayor distancia no se puede llegar más lejos,
y de la costumbre de vivir
se han hecho viejos mis zapatos.
Ya ni siquiera el sol
entibia la soledad que ha tiempo
es abrumadora certeza,
que, en una mal entendida imperecedera lealtad,
tratara de desandar cada paso
aún no sacrificado al olvido.

Confieso que he vivido,
y tras cada lágrima hubo antes una sonrisa
derramando clavel y fuego,
un torpe niño libando con ciego afán
el azulado néctar de los cielos,
una primavera que trasnochaba bien entrada la madrugada
en años que, de otro modo, hubieran pasado inadvertidos.
Quizás, por eso, ahora soy
tan solo un hombre, imperfecto, sin apego,
para el que aquel bautismal sol
ya no arde en todas direcciones,
y que busca reconocerse en cada amanecer
cegado por la luz de las mareas.

[Carmen Pla]

Bellas confesiones que dejan entrever lo que el poeta (tú) quiere resaltar.
Un placer de lectura y que vuele alto tu poema.
Un abrazo, Ramón

[E. R. Aristy]

Confieso que he vivido,
el corazón ya apenas carga con su peso,
y el tiempo aborda el universo
de las fatigas que me afligen
cual divino sortilegio de píldoras diversas,
allí donde la carne y el hueso
se aprestan al óleo y la ceniza,
y la vida se queja hipando los recuerdos.
Ahora soy tan solo un nombre
que viene a herir mi memoria,
que capitula en cada silenciosa sílaba
exhalando, en un descuido cruel,
exangües imágenes que hubiera desvelado su secreto.

Confieso que he vivido,
a mayor distancia no se puede llegar más lejos,
y de la costumbre de vivir
se han hecho viejos mis zapatos.
Ya ni siquiera el sol
entibia la soledad que ha tiempo
es abrumadora certeza,
que, en una mal entendida imperecedera lealtad,
tratara de desandar cada paso
aún no sacrificado al olvido.

Confieso que he vivido,
y tras cada lágrima hubo antes una sonrisa
derramando clavel y fuego,
un torpe niño libando con ciego afán
el azulado néctar de los cielos,
una primavera que trasnochaba bien entrada la madrugada
en años que, de otro modo, hubieran pasado inadvertidos.
Quizás, por eso, ahora soy
tan solo un hombre, imperfecto, sin apego,
para el que aquel bautismal sol
ya no arde en todas direcciones,
y que busca reconocerse en cada amanecer
cegado por la luz de las mareas.

Lo primero que vino a mi mente fue el titulo de las memorias de Pablo Neruda. Confieso que he vivido. Tu poema va mas allá que esas palabras, aquí el autor confiesa que quiere vivir mas. Es un poema hermoso al borde de la baranda del tiempo. Me ha conmovido su tono resignado, su palpitar jovial frente al sol. Un abrazo, Ramón. ERA

[Ramón Castro Méndez]

Bellas confesiones que dejan entrever lo que el poeta (tú) quiere resaltar.
Un placer de lectura y que vuele alto tu poema.
Un abrazo, Ramón

Muchas gracias, amiga, por tu paso y la amabilidad de tus palabras.
Un afectuoso abrazo

[Ramón Castro Méndez]

Confieso que he vivido,
el corazón ya apenas carga con su peso,
y el tiempo aborda el universo
de las fatigas que me afligen
cual divino sortilegio de píldoras diversas,
allí donde la carne y el hueso
se aprestan al óleo y la ceniza,
y la vida se queja hipando los recuerdos.
Ahora soy tan solo un nombre
que viene a herir mi memoria,
que capitula en cada silenciosa sílaba
exhalando, en un descuido cruel,
exangües imágenes que hubiera desvelado su secreto.

Confieso que he vivido,
a mayor distancia no se puede llegar más lejos,
y de la costumbre de vivir
se han hecho viejos mis zapatos.
Ya ni siquiera el sol
entibia la soledad que ha tiempo
es abrumadora certeza,
que, en una mal entendida imperecedera lealtad,
tratara de desandar cada paso
aún no sacrificado al olvido.

Confieso que he vivido,
y tras cada lágrima hubo antes una sonrisa
derramando clavel y fuego,
un torpe niño libando con ciego afán
el azulado néctar de los cielos,
una primavera que trasnochaba bien entrada la madrugada
en años que, de otro modo, hubieran pasado inadvertidos.
Quizás, por eso, ahora soy
tan solo un hombre, imperfecto, sin apego,
para el que aquel bautismal sol
ya no arde en todas direcciones,
y que busca reconocerse en cada amanecer
cegado por la luz de las mareas.

Lo primero que vino a mi mente fue el titulo de las memorias de Pablo Neruda. Confieso que he vivido. Tu poema va mas allá que esas palabras, aquí el autor confiesa que quiere vivir mas. Es un poema hermoso al borde de la baranda del tiempo. Me ha conmovido su tono resignado, su palpitar jovial frente al sol. Un abrazo, Ramón. ERA

Muy agradecido, E.R.A., por tu paso y por dejarme tan hermoso comentario.
Un afectuoso abrazo.

[Rafel Calle]

Hermoso trabajo de Ramón.

[Pilar Morte]

Una confesión hecha con versos hermosos y sinceros. Un placer leerte
Besos
Pilar

[Mirta Elena Tessio]

Confieso que he vivido,
el corazón ya apenas carga con su peso,
y el tiempo aborda el universo
de las fatigas que me afligen
cual divino sortilegio de píldoras diversas,
allí donde la carne y el hueso
se aprestan al óleo y la ceniza,
y la vida se queja hipando los recuerdos.
Ahora soy tan solo un nombre
que viene a herir mi memoria,
que capitula en cada silenciosa sílaba
exhalando, en un descuido cruel,
exangües imágenes que hubiera desvelado su secreto.

Confieso que he vivido,
a mayor distancia no se puede llegar más lejos,
y de la costumbre de vivir
se han hecho viejos mis zapatos.
Ya ni siquiera el sol
entibia la soledad que ha tiempo
es abrumadora certeza,
que, en una mal entendida imperecedera lealtad,
tratara de desandar cada paso
aún no sacrificado al olvido.

Confieso que he vivido,
y tras cada lágrima hubo antes una sonrisa
derramando clavel y fuego,
un torpe niño libando con ciego afán
el azulado néctar de los cielos,
una primavera que trasnochaba bien entrada la madrugada
en años que, de otro modo, hubieran pasado inadvertidos.
Quizás, por eso, ahora soy
tan solo un hombre, imperfecto, sin apego,
para el que aquel bautismal sol
ya no arde en todas direcciones,
y que busca reconocerse en cada amanecer
cegado por la luz de las mareas.

Poeta, tu confiesas que has vivido, aleluya, sea como sea, y sin apegos.
Conseguiste llamar mi atención. Hay pocos que confiesan haber vivido, casi siempre se sobrevive.
Un abrazo compañero.

[Marimar González]

EL ayer que no se somete al olvido en este hermoso poema evocador e intimista que nos atrapa en su lírico mensaje.

[Ramón Castro Méndez]

Hermoso trabajo de Ramón.

Muchas gracias, Rafel, un placer contar con tu presencia en mis letras.
Abrazos.

[Ramón Castro Méndez]

Una confesión hecha con versos hermosos y sinceros. Un placer leerte
Besos
Pilar

Muchas gracias, Pilar, por tu paso y por tu amabilidad.
Besos.

[Ramón Castro Méndez]

Confieso que he vivido,
el corazón ya apenas carga con su peso,
y el tiempo aborda el universo
de las fatigas que me afligen
cual divino sortilegio de píldoras diversas,
allí donde la carne y el hueso
se aprestan al óleo y la ceniza,
y la vida se queja hipando los recuerdos.
Ahora soy tan solo un nombre
que viene a herir mi memoria,
que capitula en cada silenciosa sílaba
exhalando, en un descuido cruel,
exangües imágenes que hubiera desvelado su secreto.

Confieso que he vivido,
a mayor distancia no se puede llegar más lejos,
y de la costumbre de vivir
se han hecho viejos mis zapatos.
Ya ni siquiera el sol
entibia la soledad que ha tiempo
es abrumadora certeza,
que, en una mal entendida imperecedera lealtad,
tratara de desandar cada paso
aún no sacrificado al olvido.

Confieso que he vivido,
y tras cada lágrima hubo antes una sonrisa
derramando clavel y fuego,
un torpe niño libando con ciego afán
el azulado néctar de los cielos,
una primavera que trasnochaba bien entrada la madrugada
en años que, de otro modo, hubieran pasado inadvertidos.
Quizás, por eso, ahora soy
tan solo un hombre, imperfecto, sin apego,
para el que aquel bautismal sol
ya no arde en todas direcciones,
y que busca reconocerse en cada amanecer
cegado por la luz de las mareas.

Poeta, tu confiesas que has vivido, aleluya, sea como sea, y sin apegos.
Conseguiste llamar mi atención. Hay pocos que confiesan haber vivido, casi siempre se sobrevive.
Un abrazo compañero.

Amiga Mirta, el poema es pura empatía...por si uno llega a esa edad en que puede hacer ese tipo de confesiones, aún me falta curriculum. Muy agradecido por tu paso y apoyo.
Abrazos, poeta.

[Ramón Castro Méndez]

EL ayer que no se somete al olvido en este hermoso poema evocador e intimista que nos atrapa en su lírico mensaje.

Muy agradecido, Marimar, por tu paso y la amabilidad de tus palabras.
Abrazos.

[Marius Gabureanu]

Me ha encantado el poema, amigo Ramón. Recibe mis abrazos sinceros.

[Ramón Castro Méndez]

Me ha encantado el poema, amigo Ramón. Recibe mis abrazos sinceros.

Muchas gracias, Marius. Celebro que te hayan gustado mis letras.
Un abrazo, amigo.