Eres torre que muestra, un perfil arrogante,
solitaria atalaya, tan esbelta tan bella
que ilumina el camino a cualquier navegante
irradiando en tu cresta resplandores de estrella.
En el mar y en sus noches eres ángel que advierte,
vigilante celoso de navíos, fragatas,
y tus ojos detectan del entorno su fuerte
y nos muestran con tiempo esas rocas no gratas.
Yo quisiera otro faro en las urbes, paseos,
que de noche y de día sean guía y camino,
adecuado, seguro, donde están los trofeos
que de paz y ternura darán al peregrino.
Y ese faro soñado con su luz proyectada
guiará nuestros pasos por la senda acertada.
