Historias que van y vienen

Poemas en verso y/o en prosa de cualquier estructura y/o combinación.

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E. R. Aristy
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Re: HISTORIAS QUE VAN Y VIENEN

Mensaje sin leer por E. R. Aristy »

jose manuel saiz escribió:HISTORIAS QUE VAN Y VIENEN


Vemos la luz del astro, que ya no es, y pensamos:
he ahí la realidad. Sin embargo, mucho antes, en lo remoto,
la estrella proyectó sobre el espacio
el último estertor de su estallido.

A menudo es la ausencia la que brilla
real ante los ojos.

Nada es lo que parece. Vivimos la mentira,
la exhibición virtual de la apariencia;
mientras tanto seguimos navegando
bajo estrellas, que tal vez, ya no existen.

……………………

Es él, no cabe duda, mi enemigo.
Ante mí el coronel,
el hombre que arruinó mi vida.

Como un guerrero viejo y derrotado
desfila su demencia ante un ejército de árboles en su jardín.
Se para, gesticula, saluda marcialmente ante los pinos
(en tierra se proyecta la sombra de un anciano).
No es el mismo.
El tiempo ajó lo altivo de su porte, el terrible
aspecto de su rostro.

Es él, sí, el sanguinario, el coronel. En otro tiempo,
cada orden de sus labios fue la angustia,
la muerte para muchos (pero es la baba la que ahora
rezuma por su boca).

Le llamo. Se detiene.
No recuerda quien soy, quien fui,
ni sabe a lo que vengo.
Me mira con candor, dulzura, ingenuo como un cordero
ajeno a su verdugo. Quizá el tiempo
le ha vuelto vulnerable.

Reclamo mi venganza con el odio
que jamás olvida. Una bala lleva
su nombre en mi revólver. A ella enfrento
la sien de su cabeza.

Sumido en una insólita inocencia
el anciano no advierte mi amenaza.
Por sorpresa me coge por el brazo al sentir la imagen
horrible de su espanto: sutil como un soldado
un insecto se arrastra por su hombro;
lo mira, balbucea, solloza de impotencia;
es el llanto de un niño temeroso.


Me enfrento con asombro al desconcierto
cegado por el aura de una extraña
luz ligera.
¿Qué fue de mi enemigo? ¿Dónde está el sanguinario?
Sólo veo la ruina de un anciano, un insecto y, a lo lejos,
la sombra del rencor huyendo entre los árboles (y al instante
el ángel de la vida me desarma).

Le libro de su angustia apartando con el arma
al negro escarabajo. Y me vence --o yo le venzo--
y olvido para siempre cuando le acaricio, sumido en la ternura,
sus sienes con mi mano.

……………….

El hombre se olvidó del pez.
El pez también olvida quien se encarga
de darle su sustento, por eso mira en su pecera
con ingenua paciencia transitiva.

Su intemporal memoria le hace libre.
Tropieza en cada giro a su universo
con el vidrio que acota su existencia, pensando que su ahora
nunca es lo acontecido; que todo es nuevo, efímero,
precario en su presente inabarcable.

El hombre se acordó del pez.
El pez siente caer el alimento y come. Respira, vive;
después olvida, y juzga por vasto y por enorme
lo exiguo de ese mundo en el que gira.

………..............

Como el astro que alumbra sin estar;
como la compasión de un hombre, que sin saber por qué despierta
fugaz ante sus ojos; como la transitoria realidad de un pez
que gira día y noche descubriendo algo nuevo en su pecera,
así también las obras y los frutos de los que ya no están evocan
a veces su recuerdo; y nos dicen: Eh, mirad, seguimos
aún entre vosotros.



--oOo--
Bravooo!, Que planteo y desarrollo poético tan bien llevado, José Manuel. Es un poema de inmensas y profundas dimensiones filosóficas. El dato científico, que también a mi me ha fascinado por años, ciñe el tono filosófico de que son las percepciones. También me gustado mucho como expresas la imagen del pez que parece estar en un estado perenne de inmediatez. La estrofa final como una bien redactada conclusión, despliega el elemento sorpresivo de otra revalida invisible y sugerente. Mis respetos y admiración. Abrazos,ERA
Imagen
E.R.A.
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