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Poemas en verso y/o en prosa de cualquier estructura y/o combinación.

Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle

Tigana Nelson
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Mensaje sin leer por Tigana Nelson »

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Última edición por Tigana Nelson el Dom, 30 Oct 2016 13:14, editado 1 vez en total.
Armilo Brotón

Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Armilo Brotón »

Tigana Nelson escribió:Era una buhardilla de oscuridad de carbón
correteada por un niño de seis años,
sus padres y una bisabuela con asma.

Una buhardilla de oscuridad de betún,
[tab=30]—con olor a berza—
habitada por un niño de seis años
y sus miedos, sombras y fantasmas.

Era un pasillo de piel de carne de gallina,
de ecos de respiración de abuela asmática,
de cortina al fondo inquietante.
Era un niño ingenuo, tímido,
hilvanado de alegrías y juegos
de tristezas y prohibiciones.

El niño tenía su parque en la cocina
donde era un pez jugando
en la pecera de la pila,
un bodeguero embotellando agua,
un domador de circo de su felino gato,
un espadachín con el bastón
que hurtaba a la bisabuela.

El otro lugar de juegos
un cementerio del tiempo
al que el niño nunca perdió el respeto.
Lleno de polvos y arañas,
de mesas y sillas cojas,
de un arcón con un brazo ortopédico,
de orinales
y palanganas atacadas por la viruela del tiempo,
de pelotas fofas,
de un armario con trajes
que habían perdido el aroma de la carne
y olían a muerte.

Luego estaba la cortina,
el telón de teatro de los miedos infantiles,
amasados en los cuentos
que contaba papá de miedo
y mamá de risas.

Por ese pasillo,
convertido en un campo de batalla,
en un túnel de los horrores,
luchaban:
el hombre del saco, camuñas, el sacamantecas, el lobo
contra Juan sin miedo, Peter Pan, Pinocho, Pulgarcito.

En la imaginación del niño
luchaban estos dos ejércitos,
el bando de las tinieblas y el de la luz,
el del bien y el del mal,
el del miedo y la valentía.
Y en estas refriegas,
el niño iba modelando su personalidad tierna.

Y ese pasillo negro como el miedo,
con la cortina al fondo
como una máscara diabólica,
se convirtió en un ser inquietante,
en una especie de reto para medir la valentía del niño.

¡Nunca juegues con cerillas!

Con una cerilla como espada de fuego,
[tab=30]—quemó, mató a la cortina—
hizo más pequeños esos miedos.

salió por las escaleras a la calle
con el sabor agridulce de la victoria
y de la culpa.
Es un poema con un marcado carácter introspectivo y sicológico. Una exploración de las fuerzas que moldean parte de la personalidad de cualquier hombre. Somos genética, aprendizaje, historia y experiencia. Con los juegos nos iniciamos en el mundo, por eso son tan importantes en cualquier cultura. El laboratorio de la vida es el juego. Ahí nos podemos equivocar sin el temor a consecuencias muy dañinas y aprendemos el equilibrio de fuerzas que determinan nuestra posición en la sociedad, nuestra relación con el resto de personas.
¡Qué bien plasmadas las dos grandes energías que generan voluntad! Luz y sombra luchan en el corazón del niño intentando ocupar la mayor parte de su territorio.
Has marcado perfectamente los dos escenarios y has decantado la balanza por la superación, como es lo normal en el hombre. Su carácter resolutivo hacia los espacios que no asfixian. La escena final es una metáfora muy buena de ello.
El ritmo, a través de la anáfora, está muy bien conseguido. Es lento, reflexivo, metódico como la acción final.

La metáfora de la buhardilla casi se ha convertido en un arquetipo universal: es la curiosidad de lo oculto, es el enlace con el pasado y es la plataforma hacia el futuro, guardando lo válido y desprendiéndonos de lo inútil. Y el gran aporte de esta obra es la cortina; telón que separa el consciente del inconsciente. Quemarla es un gran acto de valentía, pues los demonios pueden salir incontrolados. Hace falta una gran entereza para mantenerlos atados y que sean creativos hacia nuestro desarrollo personal.

También me ha gustado mucho el tema musical elegido, sobre todo por la versión. La original de Mecano no tiene la fuerza representativa de tu poema.

Un besazo Ana y un gran disfrute esta obra.
Tigana Nelson
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Tigana Nelson »

Armilo Brotón escribió:
Tigana Nelson escribió:Era una buhardilla de oscuridad de carbón
correteada por un niño de seis años,
sus padres y una bisabuela con asma.

Una buhardilla de oscuridad de betún,
[tab=30]—con olor a berza—
habitada por un niño de seis años
y sus miedos, sombras y fantasmas.

Era un pasillo de piel de carne de gallina,
de ecos de respiración de abuela asmática,
de cortina al fondo inquietante.
Era un niño ingenuo, tímido,
hilvanado de alegrías y juegos
de tristezas y prohibiciones.

El niño tenía su parque en la cocina
donde era un pez jugando
en la pecera de la pila,
un bodeguero embotellando agua,
un domador de circo de su felino gato,
un espadachín con el bastón
que hurtaba a la bisabuela.

El otro lugar de juegos
un cementerio del tiempo
al que el niño nunca perdió el respeto.
Lleno de polvos y arañas,
de mesas y sillas cojas,
de un arcón con un brazo ortopédico,
de orinales
y palanganas atacadas por la viruela del tiempo,
de pelotas fofas,
de un armario con trajes
que habían perdido el aroma de la carne
y olían a muerte.

Luego estaba la cortina,
el telón de teatro de los miedos infantiles,
amasados en los cuentos
que contaba papá de miedo
y mamá de risas.

Por ese pasillo,
convertido en un campo de batalla,
en un túnel de los horrores,
luchaban:
el hombre del saco, camuñas, el sacamantecas, el lobo
contra Juan sin miedo, Peter Pan, Pinocho, Pulgarcito.

En la imaginación del niño
luchaban estos dos ejércitos,
el bando de las tinieblas y el de la luz,
el del bien y el del mal,
el del miedo y la valentía.
Y en estas refriegas,
el niño iba modelando su personalidad tierna.

Y ese pasillo negro como el miedo,
con la cortina al fondo
como una máscara diabólica,
se convirtió en un ser inquietante,
en una especie de reto para medir la valentía del niño.

¡Nunca juegues con cerillas!

Con una cerilla como espada de fuego,
[tab=30]—quemó, mató a la cortina—
hizo más pequeños esos miedos.

salió por las escaleras a la calle
con el sabor agridulce de la victoria
y de la culpa.
Es un poema con un marcado carácter introspectivo y sicológico. Una exploración de las fuerzas que moldean parte de la personalidad de cualquier hombre. Somos genética, aprendizaje, historia y experiencia. Con los juegos nos iniciamos en el mundo, por eso son tan importantes en cualquier cultura. El laboratorio de la vida es el juego. Ahí nos podemos equivocar sin el temor a consecuencias muy dañinas y aprendemos el equilibrio de fuerzas que determinan nuestra posición en la sociedad, nuestra relación con el resto de personas.
¡Qué bien plasmadas las dos grandes energías que generan voluntad! Luz y sombra luchan en el corazón del niño intentando ocupar la mayor parte de su territorio.
Has marcado perfectamente los dos escenarios y has decantado la balanza por la superación, como es lo normal en el hombre. Su carácter resolutivo hacia los espacios que no asfixian. La escena final es una metáfora muy buena de ello.
El ritmo, a través de la anáfora, está muy bien conseguido. Es lento, reflexivo, metódico como la acción final.

La metáfora de la buhardilla casi se ha convertido en un arquetipo universal: es la curiosidad de lo oculto, es el enlace con el pasado y es la plataforma hacia el futuro, guardando lo válido y desprendiéndonos de lo inútil. Y el gran aporte de esta obra es la cortina; telón que separa el consciente del inconsciente. Quemarla es un gran acto de valentía, pues los demonios pueden salir incontrolados. Hace falta una gran entereza para mantenerlos atados y que sean creativos hacia nuestro desarrollo personal.

También me ha gustado mucho el tema musical elegido, sobre todo por la versión. La original de Mecano no tiene la fuerza representativa de tu poema.

Un besazo Ana y un gran disfrute esta obra.


El laboratorio de la vida es el juego

Muy buena esta frase Miguel. Es ahí, en ese laboratorio, donde se va fraguando nuestra personalidad, a base de pruebas y errores. En un principio aprendes que todo es blanco o negro, que todo acto tiene una consecuencia. El niño madura cuando conoce los matices, cuando se da cuenta de que el malo no es tan malo como le pintan y que a veces es necesario saltarse una prohibición.
El niño madura cuando mata la cortina quemando sus miedos.
Me encantan tus lecturas y las conclusiones, tan acertadas, que sacas de ellas.
Stravaganzza borde el tema, imprime más pasión que Mecano.
Un besazo.
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J. J. Martínez Ferreiro
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por J. J. Martínez Ferreiro »

Muy interesante propuesta por esos terrores míticos de la simbólica patria de la infancia.

Todo un placer de lectura.

Un bico.
"Yo es otro" (Arthur Rimbaud)
Tigana Nelson
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Tigana Nelson »

J. J. M. Ferreiro escribió:Muy interesante propuesta por esos terrores míticos de la simbólica patria de la infancia.

Todo un placer de lectura.

Un bico.
Gracias por leerme y comentar.
Salud.
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Josefa A. Sánchez
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Josefa A. Sánchez »

El análisis de Armilo es tan completo y lúcido que poco más queda que aportar, salvo decir que he disfrutado de la lectura y de la potente versión de Hijo de la luna que no conocía. Gracias por el lujo.
Un abrazo.
Pepa
Prefiero ser verbal
y no adjetiva.
Perfecta ¿para qué?
si no es amandote.
Guillermo Cumar.
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Guillermo Cumar. »

Una descripción estupenda vestida de imágenes precisas que dan al ambiente una realidad elegante y sumisa.

un abrazo
Cuanto más alto subes
más dura es la caída.
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Julio Gonzalez Alonso
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Julio Gonzalez Alonso »

La infancia, esa patria de la que no podemos escapar, lugar recurrente de donde manan todas las preguntas y donde se forjaron los sueños, los amores y los miedos que nos acompañarán a lo largo de toda nuestra vida. Esta incursión imaginativa y certera constituye un buen tema para un poema como el que nos dejas aquí hoy. Felicitaciones.
Salud.
Tigana Nelson
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Tigana Nelson »

Josefa A. Sánchez escribió:El análisis de Armilo es tan completo y lúcido que poco más queda que aportar, salvo decir que he disfrutado de la lectura y de la potente versión de Hijo de la luna que no conocía. Gracias por el lujo.
Un abrazo.
Pepa
Siempre digo que es un lujo la atención y el tiempo que Armilo dedica a mis temas. Sus comentarios realzan el poema o cuento, cobran vida con sus palabras.
Me alegra saber que has disfrutado con ambas cosas.
Gracias por leerme y comentar.
Salud.
Tigana Nelson
Mensajes: 1144
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Tigana Nelson »

Guillermo Cuesta escribió:Una descripción estupenda vestida de imágenes precisas que dan al ambiente una realidad elegante y sumisa.

un abrazo
¿Por qué sumisa?
El niño quema su realidad, sus miedos. No se acomoda y lucha para salir de ellos.
Gracias por leerme y comentar.
Salud.
Tigana Nelson
Mensajes: 1144
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Tigana Nelson »

Julio Gonzalez Alonso escribió:La infancia, esa patria de la que no podemos escapar, lugar recurrente de donde manan todas las preguntas y donde se forjaron los sueños, los amores y los miedos que nos acompañarán a lo largo de toda nuestra vida. Esta incursión imaginativa y certera constituye un buen tema para un poema como el que nos dejas aquí hoy. Felicitaciones.
Salud.
¡Qué razón tienes! En esa edad, tan tierna, se forja el carácter y esos recuerdos nos acompañan de por vida.
Gracias por tu comentario.
Salud.
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Rafel Calle
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Registrado: Dom, 18 Nov 2007 18:27
Ubicación: Palma de Mallorca

Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Rafel Calle »

Hermoso e interesante trabajo de Tigana.
Tigana Nelson
Mensajes: 1144
Registrado: Mié, 25 Feb 2015 18:50
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Tigana Nelson »

Rafel Calle escribió:Hermoso e interesante trabajo de Tigana.
Gracias por tu lectura y comentario Rafel.
Salud.
E. R. Aristy
Mensajes: 16320
Registrado: Dom, 11 May 2008 20:04
Ubicación: Estados Unidos
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por E. R. Aristy »

[quote="Tigana Nelson"]Era una buhardilla de oscuridad de carbón
correteada por un niño de seis años,
sus padres y una bisabuela con asma.

Una buhardilla de oscuridad de betún
[tab=30]—con olor a berza—
habitada por un niño de seis años
y sus miedos, sombras y fantasmas.

Era un pasillo de piel de carne de gallina,
de ecos de respiración de abuela asmática,
de cortina al fondo inquietante.
Era un niño ingenuo, tímido,
hilvanado de alegrías y juegos
de tristezas y prohibiciones.

El niño tenía su parque en la cocina
donde era un pez jugando
en la pecera de la pila,
un bodeguero embotellando agua,
un domador de circo de su felino gato,
un espadachín con el bastón
que hurtaba a la bisabuela.

El otro lugar de juegos
un cementerio del tiempo
al que el niño nunca perdió el respeto.
Lleno de polvos y arañas,
de mesas y sillas cojas,
de un arcón con un brazo ortopédico,
de orinales
y palanganas atacadas por la viruela del tiempo,
de pelotas fofas,
de un armario con trajes
que habían perdido el aroma de la carne
y olían a muerte.

Luego estaba la cortina,
el telón de teatro de los miedos infantiles
amasados en los cuentos
que contaba papá de miedo
y mamá de risas.

Por ese pasillo,
convertido en un campo de batalla,
en un túnel de los horrores,
luchaban:
el hombre del saco, camuñas, el sacamantecas, el lobo
contra Juan sin miedo, Peter Pan, Pinocho, Pulgarcito.

En la imaginación del niño
luchaban estos dos ejércitos,
el bando de las tinieblas y el de la luz,
el del bien y el del mal,
el del miedo y la valentía.
Y en estas refriegas
el niño iba modelando su personalidad tierna.

Y ese pasillo negro como el miedo,
con la cortina al fondo
[tab=30]—como una máscara diabólica—
se convirtió en un ser inquietante,
en una especie de reto para medir la valentía del niño.

¡Nunca juegues con cerillas!

Con una cerilla como espada de fuego,
[tab=30]—quemó, mató a la cortina—
hizo más pequeños esos miedos.

salió por las escaleras a la calle
con el sabor agridulce de la victoria
y de la culpa.



El fuego tanto un agente de destrucción o un agente de purificación. En este caso de purificación y victoria. Un placer leer esta interesante propuesta de los miedos arraigados en la infancia. Tus miradas son muy profundas, Tigana. Un abrazo, ERA
Imagen
E.R.A.
Tigana Nelson
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Re: La Cortina

Mensaje sin leer por Tigana Nelson »

E. R. Aristy escribió:
Tigana Nelson escribió:Era una buhardilla de oscuridad de carbón
correteada por un niño de seis años,
sus padres y una bisabuela con asma.

Una buhardilla de oscuridad de betún
[tab=30]—con olor a berza—
habitada por un niño de seis años
y sus miedos, sombras y fantasmas.

Era un pasillo de piel de carne de gallina,
de ecos de respiración de abuela asmática,
de cortina al fondo inquietante.
Era un niño ingenuo, tímido,
hilvanado de alegrías y juegos
de tristezas y prohibiciones.

El niño tenía su parque en la cocina
donde era un pez jugando
en la pecera de la pila,
un bodeguero embotellando agua,
un domador de circo de su felino gato,
un espadachín con el bastón
que hurtaba a la bisabuela.

El otro lugar de juegos
un cementerio del tiempo
al que el niño nunca perdió el respeto.
Lleno de polvos y arañas,
de mesas y sillas cojas,
de un arcón con un brazo ortopédico,
de orinales
y palanganas atacadas por la viruela del tiempo,
de pelotas fofas,
de un armario con trajes
que habían perdido el aroma de la carne
y olían a muerte.

Luego estaba la cortina,
el telón de teatro de los miedos infantiles
amasados en los cuentos
que contaba papá de miedo
y mamá de risas.

Por ese pasillo,
convertido en un campo de batalla,
en un túnel de los horrores,
luchaban:
el hombre del saco, camuñas, el sacamantecas, el lobo
contra Juan sin miedo, Peter Pan, Pinocho, Pulgarcito.

En la imaginación del niño
luchaban estos dos ejércitos,
el bando de las tinieblas y el de la luz,
el del bien y el del mal,
el del miedo y la valentía.
Y en estas refriegas
el niño iba modelando su personalidad tierna.

Y ese pasillo negro como el miedo,
con la cortina al fondo
[tab=30]—como una máscara diabólica—
se convirtió en un ser inquietante,
en una especie de reto para medir la valentía del niño.

¡Nunca juegues con cerillas!

Con una cerilla como espada de fuego,
[tab=30]—quemó, mató a la cortina—
hizo más pequeños esos miedos.

salió por las escaleras a la calle
con el sabor agridulce de la victoria
y de la culpa.



El fuego tanto un agente de destrucción o un agente de purificación. En este caso de purificación y victoria. Un placer leer esta interesante propuesta de los miedos arraigados en la infancia. Tus miradas son muy profundas, Tigana. Un abrazo, ERA

Eso me dicen en cuanto a la mirada, y no sé si es bueno o malo. Es como el fuego del que hablamos, tanto puede destruir como purificar.
Gracias por leerme y comentar.
Salud.
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