Encrucijada

[Raul Muñoz]

A mi derecha un muro infranqueable;
un muro infranqueable a mi izquierda.

A mis pies una tierra infranqueable;
un cielo infranqueable sobre mi cabeza.

Es mi espalda un muro infranqueable;
un muro infranqueable es mi pecho.

Son mis articulaciones infranqueables
las que me llevan por la mala vida
y de nada sirven ahora las excusas;
un día decidí no salir,
me quedé encerrado.

Me temo que es pronto para hablar con los muertos.
Inescrutables son sus caminos, te confundirán.

No te preocupes por si soy uno de ellos.
Preocupate por saber quién eres tú;
qué es aquello que olvidaste y ahora intentas recordar.
Y tampoco esperes que ellos te lleven a mejor vida;
nada saben los muertos de ti: ellos te ven como un hermano,
acaso un hijo. Sí, oíste bien: un hijo.
No te sorprenda tanta familiaridad
( la muerte siempre es cercana ).

Preguntate más bien quién quieres ser
y no cierres tus ojos a mis palabras.
Y, aquí y ahora, te digo que se trata de un entierro.

Tal vez aún recuerdes algo. Es el momento
que tanto esperabas. Todos vinieron a verte:
asomada al cielo está tu madre; a tu derecha tu hermano;
a la izquierda tu sombra. Y a tus pies…

¿Recuerdas ahora
quién está a tus pies?

¿Será posible que vuelvas a ver la sombra en el muro,
donde de niño chutabas la pelota, antes de ir al colegio?

¿Te das cuenta, ahora, que ya entonces tenías la respuesta?

Creo que el puzzle ya está completo y va siendo hora
de que mires más allá de una lápida, para ver
a quien ahora está a tus pies: tu padre ( sí, soy yo ).

Hazlo por mí, no quisiera estar en tu entierro,
al igual que tú tampoco quisiste estar en el mío.

Y, sin embargo, es cierto que algo de nosotros murió.

Pronto habrás de tomar una decisión. No tardaran en sellar la lápida.
Aún puedes pronunciar las palabras que te abrirán las puertas,
enterrando un fragmento de tu alma.

Recuerda que vivir es renunciar. Y no hay vencedores
tampoco vencidos: el camino es una encrucijada.
Nadie está a los pies de nadie, tampoco tu padre.

¿Para qué tantos sermones sobre los muertos y los vivos;
el abajo y el arriba; o la derecha y la izquierda?

Todo es una parafernalia en el cruce de los caminos,
donde realmente importa perdonarse a uno mismo
a cada paso. Y esto es así porque todo es mentira,
nada es cierto; aquí y ahora todo comienza de nuevo…

……..——………………….__…….___…….&,,,,,,——………………

¿Respiras, aún puedes respirar?

Si es que sí, es porque estás perdonando.
Si no, me temo que se alargará el funeral.
Y volverás a buscar una salida sin darte cuenta
de que no estás, ni adentro ni afuera;
sino en el camino del olvido:

Respirar-Olvidar-Perdonar-Respirar-Olvidar-

Perdonar…

Así, sigue así y olvídate del entierro;
olvidemos pronto este poema.

No temas quedarte solo de nuevo;
cuando me necesites aquí estaré,
por algo soy tu padre y siempre te querré

aunque nunca llegaras a perdonarme.

[Lunamar Solano]

Un recorrido interior intenso, colmado de emociones, instante de angustia, tal vez, de desahogos...
Un gusto leerte siempre querido amigo...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

[Rafel Calle]

Hermoso y evocador poema de Raul.