...

[Tigana Nelson]

...

[Armilo Brotón]

Recuerdo aquel instante sí. Tú me dijiste me voy, no soy tu mejor opción. No me dejaste elegir. Te vi alejarte con ese andar indeterminado que siempre me ha encantado de ti, mitad patosa mitad pasarela de Chanel Dior. Me quedé fumando el penúltimo cigarro de la tarde, viendo cómo el humo se mezclaba con el olor de los mariachis. Era México una plaza que amalgaba mi sincordura con los placebos de la memoria. Era el tiempo un puñal que se metía en mi hígado resuelto en quererte, después de haber tenido una reunión con el corazón y mis manos que siempre soñaban tu piel.
Aquella foto que te mandé no era más que mi memoria, toda eras tú; solo que por discreción a tu actual marido modifiqué tu cara haciéndola más humana, más Ana. Esa cara no correspondía a ninguna mujer real. Eras tú en el peldaño que no tiene medallas, ni oros que valgan, solo la pasión de sentirte en aquellas cama que alquilábamos por dos duros y medio. Era el sabor del lechazo, del ribera, de la mañana naranja y sobre todo de tus ojos cuando te quedabas mirándome después de follar en la ducha, cuando rasuraba mi barba preñada de tus besos, pensando que el mañana sería una niña dos años más grande que tu ayer.

Un besazo. ¡Qué hermoso cuento!
Fantástico tema musical.

[Tigana Nelson]

Recuerdo aquel instante sí. Tú me dijiste me voy, no soy tu mejor opción. No me dejaste elegir. Te vi alejarte con ese andar indeterminado que siempre me ha encantado de ti, mitad patosa mitad pasarela de Chanel Dior. Me quedé fumando el penúltimo cigarro de la tarde, viendo cómo el humo se mezclaba con el olor de los mariachis. Era México una plaza que amalgaba mi sincordura con los placebos de la memoria. Era el tiempo un puñal que se metía en mi hígado resuelto en quererte, después de haber tenido una reunión con el corazón y mis manos que siempre soñaban tu piel.
Aquella foto que te mandé no era más que mi memoria, toda eras tú; solo que por discreción a tu actual marido modifiqué tu cara haciéndola más humana, más Ana. Esa cara no correspondía a ninguna mujer real. Eras tú en el peldaño que no tiene medallas, ni oros que valgan, solo la pasión de sentirte en aquellas cama que alquilábamos por dos duros y medio. Era el sabor del lechazo, del ribera, de la mañana naranja y sobre todo de tus ojos cuando te quedabas mirándome después de follar en la ducha, cuando rasuraba mi barba preñada de tus besos, pensando que el mañana sería una niña dos años más grande que tu ayer.

Un besazo. ¡Qué hermoso cuento!
Fantástico tema musical.

Esto no me lo esperaba, Miguel. Que buena continuación del cuento. Nunca habíamos hecho algo parecido. Siempre me sorprendes.
¿Cómo sería la posible continuación?
¿Podría llegar a ser un hipercuento?
Un besazo.