Óscar Distéfano escribió:
La casa en el amanecer
Generalmente me despierto
a eso de las cinco de la mañana,
y a esas horas la casa se encuentra silenciosa.
Silencio de seres humanos.
Voces de pájaros, de grillos trasnochados,
de alguna herrumbre del eje de la tierra,
de algún fantasma, amigo de mi padre muerto,
de una guitarra que sonó en la mente,
y más aves chillando allá a lo lejos,
sí, en abundancia.
Miro tras el cristal y veo amanecer.
El cielo se llena de agujas plateadas,
de rutas migratorias, de un trayecto
por donde debe descollar el sol.
La vida sigue dormitando
en las sillas vacías.
Con un lenguaje fuera de los enunciados solemnes o hueros has sabido, amigo Óscar, componer una atmósfera acogedora, casi doméstica, como trasunto de un hondo sentimiento de soledad donde la memoria da cuerpo al vacío de esas sillas, da luz a ese amanecer del hoy donde las aves que fueron vuelven, una y otra vez, a visitarnos en la realidad presente. Magnífico poema. No hace falta que te diga que me ha encantado.
Recibe un gran abrazo.
Felipe.