El café

[Ramón Carballal]

Pues brindemos con licor por la buena poesía, como esta tuya. Un placer de lectura, Ramón. Un abrazo.

Muchas gracias, Luis, por leerme y comentar. Un abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

Qué sobriedad y elgancia, por Dios. Un café adagio, solitario y lírico como pocos.

Abrazos y felicidades, Ramón.

[Ramón Carballal]

Qué sobriedad y elgancia, por Dios. Un café adagio, solitario y lírico como pocos.

Abrazos y felicidades, Ramón.

Gracias, Hallie, por tu amable comentario. Un abrazo.

[Marius Gabureanu]

Me ha encantado el poema, Ramón. Recibe mis abrazos sinceros, amigo.

[Ignacio Mincholed]

Ramón, he sonreído al final de este poema por la apariencia que ocupa el primer plano encerrando tanta poética. No hace falta más para indicar la vía. Felicidades.

Un abrazo.
Ignacio

[Ramón Carballal]

Me ha encantado el poema, Ramón. Recibe mis abrazos sinceros, amigo.

Gracias por tu comentario, Marius. Me alegra que te haya gustado el poema. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Ramón, he sonreído al final de este poema por la apariencia que ocupa el primer plano encerrando tanta poética. No hace falta más para indicar la vía. Felicidades.

Un abrazo.
Ignacio

Muchas gracias, Ignacio, por dejarme tu comentario. Un abrazo.

[Julio Gonzalez Alonso]

En la distancia veo a esa pareja
que habla junto al ventanal.

No miran a la calle -se miran entre sí-.

Se enfría el café en sus tazas demoradas.

Yo me llevo a los labios el vaso de licor
y le pregunto al camarero
por algún periódico libre.

Empieza a llover sobre las tejas grises.

Se está bien aquí bajo el reloj roto,
ajeno a la vida como este velador
que calla.

¡Ay, qué hermosa taza de café, y qué amargura en sus posos! Esas tazas demoradas y enamoradas, esa vivencia de la ausencia en soledad, solo con sólo la lluvia, las horas rotas, la vida enajenada, el silencio... Estupenda esta instantánea de la cotidianeidad sobre la que sobrevuelan tantas emociones.
Salud.

[Ramón Carballal]

En la distancia veo a esa pareja
que habla junto al ventanal.

No miran a la calle -se miran entre sí-.

Se enfría el café en sus tazas demoradas.

Yo me llevo a los labios el vaso de licor
y le pregunto al camarero
por algún periódico libre.

Empieza a llover sobre las tejas grises.

Se está bien aquí bajo el reloj roto,
ajeno a la vida como este velador
que calla.

¡Ay, qué hermosa taza de café, y qué amargura en sus posos! Esas tazas demoradas y enamoradas, esa vivencia de la ausencia en soledad, solo con sólo la lluvia, las horas rotas, la vida enajenada, el silencio... Estupenda esta instantánea de la cotidianeidad sobre la que sobrevuelan tantas emociones.
Salud.

Muchas gracias, Julio, por la lectura y el comentario que me dejas. Un abrazo.