José Manuel F. Febles escribió:No sé qué palabras imprevistas oirás mañana.
Me queda el duelo otoñal de mis crepúsculos
con la alérgica juventud de tus años,
porque quiero que leas el diario abierto de mi vida,
toda una gira de lluvias que limita al sur
con el abrazo, porque en el sur,
donde habitas, archivo de mis pensamientos,
comenzó a labrarse la palabra arrancada
de mi ocaso.
Pero esta repentina y arreciada congoja,
patria de mi nombre,
está en cada pulso sobreviviente a la verdad
con que me descubro.
Con qué cadencia suena en cada página
donde me reconstruyo sin derrumbes,
réprobo dulce de mi osadía, en la indiscutible
juventud que padecí llena de celajes.
José Manuel F. Febles
Este tipo de amor que describes es de lo más humano y auténtico. Esa dualidad del sentimiento provoca goce y angustia, y agita la conciencia existencial hasta la consternación. Es así que nace una fuerza milagrosa para hacer posible la entereza de vivir. Me ha encantado descubrir esta enorme muestra de sensibilidad poética. Quiero que sepas que extrañábamos tu presencia.
En cuanto al pasaje que se ha cuestionado (creo recordar en su confusa agresividad a esa persona) es, para mí, un discurso poético nítido, con esa metáfora gloriosa: “patria de mi nombre”. Aquí la voz poética nos describe la laceración que sufre al desnudar su alma.
No sé, querido amigo: de ninguna manera digo que la gramática tenga un fallo; pero tal vez un cambio mínimo en la preposición del verso trascrito, nos lleve a una concordancia perfecta de la idea; o, de lo contrario, yo entendí mal mi lectura. Hago la prueba, con tu permiso, sólo a los efectos de un intercambio técnico amistoso. Tú me dirás (o algún avezado compañero) si estoy equivocado.
está en cada pulso sobreviviente a la verdad
con que me descubro.
(está en cada pulso sobreviviente de la verdad
con que me descubro.)
Un abrazo grande.
Óscar