Hallie Hernández Alfaro escribió:El poema entero cuenta con mucha hermosura, Óscar. A medida que leemos, la construcción es un ser tan vivo como la audibilidad de los latidos. Prevalece la idea del Ser en dos, en perfección. La corriente lírica-clorofílica avanza sin detenerse -ciclo por ciclo- hasta la unión suprema (cuando la memoria divina era eidética, me ha erizado la piel esa imagen). El final también abre un nuevo viaje, un descenso finito tal vez, un arroparse en las nebulosas manos del inframundo. El Amor es médula irremplazable en tu poética y sus bases intuidas, sus ramajes, sus alteraciones, se me hacen absolutamente cercanas.
Enhorabuena y un gran abrazo.
Tu comentario me hace pensar que tal vez hayas visto 'The Fountain', una de las películas que mayor efecto y repercusión han causado en mi vida y que está detrás de este poema. En efecto, aquí hablo de un viaje (aunque el árbol, en principio, sea la quintaesencia de la inmovilidad, de ahí que en un momento dado emplee el muy hermoso adjetivo "quiescente" para referirme a su sombra), un viaje espiritual cuyo último destino es Xibalbá, la nebulosa de una estrella muerta ("I loved you like the darkness loves the brightness of a dying star", mi lema, el blasón de mi escudo) , el inframundo maya, donde van a dar las almas de los muertos para reencarnarse, completando así el círculo de la vida -ouroboros- en una perpetua palingenesia.
Todos esos símbolos, como sin duda habrás observado, están presentes en mi Poiesis, muchas veces revestidos de mecánica cuántica. Son, digámoslo así, mi locus amoenus.
Déjame decirte que también has sabido captar muy bien una idea capital del poema; a saber, cómo, tras la muerte, dos almas pueden fundirse en una (un solo cuerpo para dos almas, nunca antes tan unidas, nunca antes tan simbióticas), recuperando la famosa fábula de Aristófanes en 'El banquete' de Platón sobre los gigantes demediados que se pasan toda la vida buscando su mitad perdida.
En realidad, la metáfora del árbol es una constante en la poética de Sara (eres conocedora de sus imágenes preñadas de naturaleza) y en la mía, y este "árbol de la vida" fue, en cierto modo, lo que nos unió. Y así llegamos al mito de Baucis y Filemón, el roble y el tilo, que ocupa otro de mis poemas, y a esa idea de transformación mitológica que está presente también en los mitos de Apolo y Dafne y de Alfeo y Aretusa.
Te felicito, una vez más, por tu magnífico comentario. Es un enorme placer recibirte en mis versos. Un fuerte abrazo, estimada Hallie.