La luz tiene el poder de describir el mundo con un gesto...
Moderador: Hallie Hernández Alfaro
La luz tiene el poder de describir el mundo con un gesto...
…otro cambio de hogar, nuevas miradas, nuevos horizontes, nuevos amigos.
El niño busca en su entorno una complicidad indispensable y el tiempo se destapa
como el mejor aliado para ello.
Siempre creí que el miedo era el mejor método para sentirse vivo, que a través de él
podría descubrir una parte de ese futuro que se escondía detrás de nuestra risa.
Éramos tan jóvenes…
- Los diez años es una edad fantástica en toda la extensión de la palabra, uno aprende a
vivir un contraste de sueños, una vida donde todo tiene su punto de verdad y de mentira.
Allí estábamos, dispuestos a comernos un mundo dulce y jugoso, dispuestos a dar
sentido a todo lo que se convirtiera en duda, mientras los ojos, todavía desnudos de
emoción, nos pedían doblar aquella esquina lejanísima y terrible.
Todo era cuestión de superar el miedo, un miedo que tenía mil disfraces y que se
apoderaba de nosotros únicamente cuando conseguía separarnos.
Siempre nos asustó el viejo del bastón, él permanecía inmóvil a los pies de una casa vacía, una casa de leyendas infantiles, donde al parecer se escuchaban risas de niños que jamás existieron.
Desde la distancia, el hombre, con su ropa deshecha y sus gatos escuálidos, parecía
un fantasma llegado del pasado para encender el miedo.
-No sé como explicarlo, pero aquella tarde el cielo tenía el color de la derrota.
Aunque nosotros nunca lo supimos, la luz tiene el poder de describir el mundo con un
gesto de ausencia.
La calle de los gatos esperaba detrás de los últimos árboles, extrañamente mudas, las
persianas se fueron desmayando a nuestro paso, no quedaba nadie a quién desafiar con
la mirada, todo era soledad…
-Porque nosotros siempre éramos uno; la misma risa, la misma decepción, el mismo
sueño. Siempre fuimos uno y eso nos hacía peligrosamente invencibles.
Llegamos a las puertas de la casa vacía, con el miedo rozando cada palabra que no
acertábamos a pronunciar y un murmullo de risas que volaban junto a los cuatro mirlos
del tejado.
El otoño ayudaba a crear una atmósfera perfecta, el viento golpeaba las
ventanas y caía una especie de lluvia lenta y cálida, que nos mojaba lo justo para no
retroceder.
El hombre del bastón estaba allí, sentado en la escalera, con esos ojos
inmensamente abiertos y encendidos, mostrando aquella cicatriz que palpitaba, roja,
en la parte central de su garganta.
Era la primera vez que le veíamos tan cerca, lo suficientemente cerca para descubrir
que un fantasma produce una sensación mucho menos peligrosa.
-Pero el peligro es algo transitorio en la mente de un niño.
El hombre desapareció en la oscuridad que circundaba la puerta…
y nosotros decidimos seguirle hasta el interior de la casa.
Mientras los ojos se iban acostumbrando a la ausencia de luz, confiábamos en el tacto
como única manera de seguir siendo uno.
-Porque nosotros siempre éramos uno.
Los pies tropezaban en la adherencia del suelo y los objetos iban tomando forma en
nuestra imprevisible y condicionada imaginación; un cuchillo, un animal inmóvil, un
cuerpo tendido en un sofá mugriento…
Nuestra risa, cada vez más nerviosa, se iba desplegando por las habitaciones y el color
del ocaso eclipsaba las huellas de la planta de arriba, fotografías, cuerdas,
botellas…
Nada importante para el miedo de un niño.
Fue entonces cuando la puerta se cerró como jamás ninguna puerta lo había hecho
hasta entonces, un impacto seco que nos gritó ¡corred! en un idioma universal y trágico.
Allí nos separamos y fue así como el miedo se llenó de sentido… y escuchamos latir el
corazón de la casa.
De repente sentí cómo alguien sujetaba mis brazos, débiles como el pensamiento
cuando el miedo te muerde los reflejos, pero grité tan poderosamente que conseguí
escapar y correr por calle de los gatos, hasta la seguridad de los primeros árboles.
Esperé… tardaban demasiado, esperé a que salieran… os juro que esperé allí para
verlos salir de aquella casa, y poder reírnos juntos de esa nueva aventura,
pero ellos nunca salieron.
-La muerte es algo abstracto para un niño sin lágrimas.
Hoy he vuelto, después de veinte años, para mirarme al espejo de sus ojos perdidos,
para observar la inercia de ese miedo que me obligó a estar solo, que me enseñó a estar
solo.
Siempre me gustó inventar amigos que murieran por mí cada vez que la vida me
llevaba a otro nuevo lugar.
“nuevas miradas, nuevos horizontes, nuevos amigos…”
Ya veis, es cierto, nosotros siempre fuimos uno “la misma risa, la misma decepción, el mismo sueño.”
Y es que también se aprende el valor de la amistad en las muertes anónimas,
y el dolor es a veces un juego a los ojos de un niño.
Luego supe que el hombre del bastón fue derrotado, que le mató el fantasma de los
sueños podridos, tal vez porque nunca tuvo amigos que murieran por él.
Porque la luz tiene el poder de describir el mundo con un gesto de ausencia, os diré que
la tarde tiene hoy un color parecido a la nostalgia.
Luis Oroz.
- Amparo Bletisa
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Re: La luz tiene el poder de describir el mundo con un gesto
Blanca
-No sé como explicarlo, pero aquella tarde el cielo tenía el color de la derrota.
Aunque nosotros nunca lo supimos, la luz tiene el poder de describir el mundo con un
gesto de ausencia.
La calle de los gatos esperaba detrás de los últimos árboles, extrañamente mudas, las
persianas se fueron desmayando a nuestro paso, no quedaba nadie a quién desafiar con
la mirada, todo era soledad…
-Porque nosotros siempre éramos uno; la misma risa, la misma decepción, el mismo
sueño. Siempre fuimos uno y eso nos hacía peligrosamente invencibles.
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- Registrado: Mié, 10 Dic 2008 19:40
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Es una muy buena historia contada de una manera excelente. Me gusta ese suspenso que va in crescendo y develás casi sobre el final, ese "nosotros" tan misterioso sobre el que tardás tanto en echar luz deliberada y magistralmente. Tiene magia ... me encantó.
Besos y felicitaciones.
- Ventura Morón
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Me ha tocado especialmente, porque yo he vivido el mudarse de país con mi mujer y mis hijos, y entiendo bien todo lo que cuenta este relato. Los amigos que acaban siendo recuerdos perdidos, deshilvanados por una nostalgia desconocida.
Con mucho ingenio despliegas tu talento. Ha sido un placer descubrir este relato.
Un fuerte abrazo Luis
- Maria Pilar Gonzalo
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- María José Honguero Lucas
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re: La luz tiene el poder de describir el mundo con un gesto
Te mando un abrazo enorme
http://honguero.blogspot.com.es/
- Óscar Distéfano
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re: La luz tiene el poder de describir el mundo con un gesto
Un abrazo.
Óscar
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Re: La luz tiene el poder de describir el mundo con un gesto
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"
Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares