Resucita lentamente, una alma obligada a pararse,
siendo esas grutas de verdades dolientes y opacas, que tejen confines,
silencios que solo las lagrimas perturban ,
pilones de daños, que se acomodan agrietando heridas,
Y roces malditos que sangran.
Un abrupto desazón teñido de melancolía, que agita la espera de la nada,
ese, poso cruel de un recelo mal ambientado, desincronizado de su esencia,
habido de causas, que aletean en su propia inconsistencia,
y ahogan el mustio velo del gélido recuerdo.
El sol que recita a mi oído sus silencios,
plegarias, ya sin nombre y miradas sonriendo en los abismos tibios,
fríos, que desde dentro asustan a sus ramas,
validos sin escamas, brillos sin gloria,
y un puñal en el alma.
Honda soledad de los calvarios, de las infamias, de los egoísmos huecos,
de los abusos que no se juzgan a si mismos,
de las felicidades que crueles, arañan
De todos lo pájaros que no conocen su nombre,
de cada una de las faltas,
de los mundos sin asilo,
de lo poemas sin alma
de las mentiras declinadas
y de este dolor, solo se que estoy cansada