Pilar Morte escribió:De lejos el hogar,
los nombres que cubrieron paredes,
Y huellas que dejaron escaleras dormidas.
Quedan algunos pasos lentos,
candelabros que apagan su luz,
y una mirada que pide clemencia
al tiempo.
Se secó el avellano y su sombra,
la tierra expulsó las raíces
y sólo los pájaros
corean el postrero compás.
Clamo piedad a la vida,
sé que no es culpable
de reunir nuestros últimos suspiros,
de separarnos de aquello que amamos
de que el silencio deje un tapiz
deshilachado en la fachada.
Las lágrimas del alma riman
con el espacio
que encogió sus caminos.
No quedan instrumentos que derramen
la alegría orquestal de la familia.
Hay que decir adiós, ordenar
y olvidar los espejos prestados.
Archivado el río ,
el mar recoge las últimas aguas.
Sólo al respirar
sentimos la alegría de sabernos vivos
¡Qué bien trasmites el sentimiento de la existencia fugaz, del desconcierto que se crea en el espíritu humano por causa de la tiranía del tiempo! Tu poema es un sublime canto a la vida, a toda la vitalidad que se nos arranca lentamente. Y es muy cierto: sólo la certeza de que seguimos respirando (con cierta fortaleza todavía) nos brinda una sosegada alegría de seguir transitando el milagro de la vida.
Ha sido un enorme placer, Pilar, constatar, una vez más, la impronta de tu espíritu.
Un abrazo grande, amiga.
Óscar
