Las eras
Moderador: Hallie Hernández Alfaro
- Julio Gonzalez Alonso
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Las eras
Las Eras
A la orilla derecha del río Bernesga se extendía un pequeño salgueral y se alzaba una chopera. Desde la chopera hasta la carretera de la estación teníamos Las Eras. Lugar de todo y para todo. En fiestas, para los bailes, colocar las cantinas, caballitos -si llegaban-, hacer la carrera de rosca o, incluso, correr las cintas a caballo.Tampoco podían faltar los eternos partidos de fútbol con unos balones pesadísimos de cuero, con cámara de goma y cerrados con un cordón que había que atar. Otras cosas pudimos ver menos conocidas y tradicionales, como alguna prueba de habilidad con coches salvando obstáculos cuando mediados los años 60 en el pueblo se abrió una autoescuela.
Pero en el verano, Las Eras eran la trilla. Pegaba fuerte el sol de agosto a mediodía, y por la tarde pesaba como el plomo. Los guajes nos arremolinábamos en torno a la trilla, a la sombra de los chopos o de los árboles más frondosos de la orilla de la carretera, sentados al pie del murete de piedra que la separaba de Las Eras. Observando el enganche del trillo a las vacas, mirando las parvas preparadas y esperando alguna llamada del estilo: ¡eh, tú!,¿¡subes al trillo!?. ¿Que si subías? ¡Lo estabas deseando! A veces, precavidos, llevábamos una gorra y allá íbamos. Nos colocaban atrás, para hacer peso, dos o tres, según la necesidad de aplastar la trilla, la fuerza y la paciencia de las vacas. En ocasiones, algún mayor tenía el privilegio de ir delante, con la ijada y la pala, de pie, conduciendo la pareja de vacas y atento a manejar la pala cuando éstas alzaban el rabo...
También hacíamos otras tareas, como ir con el botijo a buscar agua al caño de la estación, o a la cantina a buscar una bota de vino clarete.
Pero a veces las vacas "mosqueaban". Los tábanos las acosaban y el calor y las vueltas y vueltas sobre la parva las sacaban de sus casillas. Y salían escopetadas, corriendo sin control. Entonces los gritos, los juramentos, la vuelta a tomar las riendas de la situación, esperar a que se apaciguaran y descansaran un poco los sufridos animales, echando un trago del botijo o de la bota, que según, y "mecagüen tal" la madre que las parió, que hay que esperar, chaval, y que como se arme tormenta... Porque eso sí, las tormentas eran un peligro para la trilla.
Algún accidente grave pudo ocurrir; pero por fortuna -el destino estuvo con todos- nunca sucedió. Como cuando en uno de estos mosqueos de las vacas, las vi salir corriendo, con trillo, amo y despavoridos guajes, directamente a meter la cabeza contra el muro de la orilla de la carretera. Y allí se quedaron, empujando contra las piedras. Lo peor de todo es que mi hermana estaba entre los cuernos de una de las vacas. Y el amo, que no recuerdo quién era, estaba más espantado que las mismas vacas temiendo algún fatal movimiento de los animales. Al final, vi cómo alzaban a mi hermana cogiéndola desde encima del muro y poniéndola a salvo a la orilla de la carretera. Los juramentos de enfado, desahogo y alivio del atribulado dueño todavía resuenan en mis oídos. A partir de entonces, mirábamos sentados encima del muro, por si las moscas. Las malas moscas, quiero decir.
Julio G. Alonso
- Pilar Iglesias de la Torr
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re: Las eras.
porque todavía recuerdo esos día de mi infancia, en los que, durante las vacaciones de verano, nos enviaban al pueblo..........y pasábamos el tiempo, más que ayudando, estorbando, subidos los chiquillos al trillo..........aún recuerdo, el trompazo que me pegué un día al caerme de un burro........en el pobre, íbamos 5
un placer, como siempre de disfrutar tus escenas costumbristas, como puerta hacia la historia, ésa que no se escribe en los libros
un besazo...........Pilar
- Julio Gonzalez Alonso
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Re: re: Las eras.
Pilar, me satisface que hayas encontrado motivos de recuerdo en este texto; es lo que pretendo para los que conocimos un modo de vida bastante distinto al actual, sobre todo en los pueblos y, para los más jóvenes, que les pueda servir -si les interesa- de motivo de curiosidad o conocimiento de primera mano de quiénes lo vivimos. El sabor localista, el ambiente de las relaciones humanas, los recursos, las espectativas, los sueños, la visión del mundo que se tenía entonces y que contribuyó a conformar la que tenemos hoy día, eso es lo que puedo o pretendo transmitir. Aún a sabiendas de que no parecen temas muy atractivos en estos tiempos, al igual que los sonetos gastronómicos, he decidido apostar por ellos. Más adelante, se verá.Pilar Iglesias de la Torr escribió:esta vez, Julio, me hiciste sonreír
porque todavía recuerdo esos día de mi infancia, en los que, durante las vacaciones de verano, nos enviaban al pueblo..........y pasábamos el tiempo, más que ayudando, estorbando, subidos los chiquillos al trillo..........aún recuerdo, el trompazo que me pegué un día al caerme de un burro........en el pobre, íbamos 5
un placer, como siempre de disfrutar tus escenas costumbristas, como puerta hacia la historia, ésa que no se escribe en los libros
un besazo...........Pilar
Salud.
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Sé que no hace tanto, pero han cambiado las cosas en poco tiempo, aunque no creo que se viva mal, antes éramos otros.
Un abrazo
Sara
F.G.L
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- Julio Gonzalez Alonso
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¡Sara, pero si tú eres muy joven para haber conocido estas costumbres! Bueno, tal vez en tu pueblo las cosas fueron más despacio y te cogieron la trilla, la siesta en las eras y esas cosas. Me ha encantado contar con tu opinión.S.Castelar escribió:Tu texto me ha recordado hasta el olor de mi infancia, la forma que teníamos de disfrutar el entorno y sentirnos parte del campo, de la tierra...eran buenos tiempos y su recuerdo es como un pequeño soplo al corazón.
Sé que no hace tanto, pero han cambiado las cosas en poco tiempo, aunque no creo que se viva mal, antes éramos otros.
Un abrazo
Sara
Salud.
- Alejandra Goerne
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- Julio Gonzalez Alonso
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Alejandra Goerne escribió:Un muy ameno relato, que me suena a costumbrista. No sé si este relato obedece a la experiencia real, me parece que así es. Porque cuando se describe con esa capacidad de observación y de detalle es, que es así. El final, suave y que dibuja sonrisas. Me gusta. Saludos Julio, muchos saludos.
Relato costumbrista en todo, amiga Alejandra; recuerdos espigados de la infancia que veo tan diferente en muchos aspectos a la infancia de los niños que hoy juegan en mi pueblo. Por eso lo escribo. Son experiencias reales, como te he comentado; breves, por la cosa de adaptarse al ritmo de lectura de un foro. He llegado a pensar, en este sentido, que tal vez en adelante se hable de la literatura de foro como algo específico y definido por su especificidad. Eso pienso.
Gracias por tu comentario.
Salud.
- Víctor F. Mallada
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re: Las eras.
Y entre las eras y el rio… la salguera, donde enterrábamos tesoros imaginarios (generalmente cositas de jugar).
Gracias por traerlo a la memoria.
Un abrazo,
Víctor F. Mallada
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Ver es más que abrir los ojos y apuntar nuestras angustias. Es más que calibrar las agujas del pecho a la rutina.
( http://lascosasdelmonje.blogspot.com/ )
- Julio Gonzalez Alonso
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Re: re: Las eras.
Víctor F. Mallada escribió:Ay, Julio, !qué recuerdos!
Y entre las eras y el rio… la salguera, donde enterrábamos tesoros imaginarios (generalmente cositas de jugar).
Gracias por traerlo a la memoria.
Un abrazo,
Víctor F. Mallada
¡Claro que recuerdo el salgueral, el juego de guerras y esconder tesoros, comer algunas patatas sacadas de algún huerto asadas en pequeñas hogueras, etc. ! Un placer compartir con todo el mundo estos recuerdos, pero especialmente contigo, compañero siendo guaje de estos pequeños paisajes y aventuras. Con un abrazo.
Salud.
- Julio Gonzalez Alonso
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Gerardo Mont escribió:No escribes pintas en los ojos del lector que va disfrutando mientras lee de un paisaje rico y bien logrado, de un sentimiento con color e inteligencia. Un gran gusto de lectura. Un gran abrazo.
Resulta especialmente emotivo sentir que desde tan lejos, allende el océano, sean leídas y comprendidas estas pequeñas crónicas de lugares casi remotos de la geografía española y la memoria. Un abrazo agradecido, Gerardo.
Salud.
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- Julio Gonzalez Alonso
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- Óscar Distéfano
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Re: Las eras
Un abrazo.
Óscar
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- Julio Gonzalez Alonso
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Re: Las eras
Gracias, Óscar. Este pequeño relato forma parte, junto con otros 18, del libro en formato grande de fotografías que lleva por título "Miradas del ayer. La Pola de Gordón (León)" 2015. Un libro entrañable para los habitantes del concejo de Gordón que tuvo y está teniendo una gran aceptación y del que se hizo una presentación memorable en la biblioteca Antonio GAmoneda de La Pola en el verano de 2015. Estoy muy satisfecho de esta colaboración con el fotógrafo Alfredo García y el Ayuntamiento de La Pola de Gordón que editó el libro.Óscar Distéfano escribió:Julio: este relato tuyo es un documento inestimable. Habiendo crecido tan lejos de ese mundo que describes, sin embargo me he introducido en él familiarmente, gracias al talento de tu pluma. Es deslumbrante la forma en que vas revelando las imágenes de aquella realidad. te felicito, amigo.
Un abrazo.
Óscar
Salud.