Si mal no recuerdo un día
habiendo en Rusia nobleza
el místico Rasputín
forjó su muerte grotesca.
Entrado ya el siglo veinte
en la antigua Unión Soviética
aquel intrigante monje
trajo al pueblo de cabeza.
De carácter disoluto
y rebelde sin enmienda
quería llegar a Dios
siendo el demonio en la tierra.
Ganó el favor de la corte
y de la clase burguesa
aunque el rechazo ortodoxo
lo mantuvo con la Iglesia.
También llegó al corazón
de la mismísima reina
al restablecer al zar
de hereditarias dolencias.
Movida por el asombro
le pagó con su moneda
al convertirlo en amante
echando sal en la afrenta.
Pronto se fue de las manos
lo que empezó sin violencia
y al ser el blanco de todos
dejó que el odio creciera.
Surgieron conspiradores
de debajo de las piedras
y pusieron por señuelo
a una flamante princesa.
En el palacio de Moika
la emboscada era una fiesta
prometiendole "un affair"
con semejante belleza.
Se preparó un gran banquete
con vino pastas y yemas
y suficiente veneno
para acabar con cualquiera.
Varias veces Rasputín
notando larga la ausencia
a su cómplice marido
preguntó por la princesa.
Y para calmarle el ánimo
le dijo como respuesta
que estaba en el tocador
y de su copa bebiera.
Luego el Gran Duque de Rusia
le dio cianuro encubierta
entre dulces canapés
sirviéndole la bandeja.
Olía a chapuza el plan
pues no salían las cuentas
y en el canto de cigarra
pensó en abortar la empresa.
Creyendo que era inmortal
hubo cambio de estrategia.
El marido desquiciado
aceptó tomar las riendas.
En busca fue de su Browning
bajando por la escalera
que conducía hasta un sótano
con los candiles de velas.
Mientras siente los disparos
a un crucifijo se aferra
y pareciendo cadáver
se desploma sin consciencia.
Pretende ocultar un fardo
por no levantar sospecha
pero al tocarle en el hombro
súbitamente despierta.
Tras maldecir al gran duque
sale corriendo sin tregua
mientras el otro secuaz
con su revolver le espera.
Perdido ya entre la nieve
tras salir por otra puerta
para su propio infortunio
el asesino le acecha,
Tres tiros salen del arma
dos de ellos ni se le acercan
pero el tercero le hiere
y cuando se da la vuelta,
fríamente lo remata
con un tiro en la cabeza.
Supuestamente sin vida
deciden borrar las huellas.
Hasta ver abrir el alba
velando al muerto se quedan
y lo arrojan en el río
aprovechando una grieta.
Pero al encontrar el cuerpo
el misterio se revela
pues según dijo la autopsia
murió ahogado en el Neva.
No lo mataron las balas
ni el amargor de la almendra
al visionario que un día
trajo a Rusia de cabeza.
Copyright©2014
Exp. SE-755-14
