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La cándida ebriedad de esta mujer desierta,
se queda para siempre en la improbable edad
de los adolescentes; en su complicidad
hay algo que cautiva: una emoción incierta,
el denso aire en los ojos, esa piel boquiabierta.
Reluciente, preñado de arrojo y soledad,
su vientre es la marea de la necesidad,
donde acrece el deseo que en un pulso despierta.
Ahora que mis ojos son su cuerpo y sendero,
su jungla turbulenta imagina y enciende
la estrella derrumbada en algún sumidero,
la lúbrica espiral, que remontando asciende
al linaje perdido del ávido guerrero,
a su llaga de vida, al placer y su duende.
Última edición por J. J. Martínez Ferreiro el Mar, 24 Nov 2015 22:44, editado 12 veces en total.
Virginia Nas escribió:Es precioso, todo él, pero los dos tercetos me encandilan
Gracias Virginia por abrir este soneto. Celebro que lo hayas disfrutado.
Este poema tiene que ver, en cierta manera, con este cuadro. Por eso al final me decidido a colocarlo.
Ferreiro, las excelencias de tu Alejandrino, soneto por supuesto, las estoy disfrutando. Vaya para ti, en unión de un fuerte abrazo, mis felicitaciones sinceras.
Hola J.M.M. Ferreiro. Reconozco que este poema me gusta, no entiendo de métricas, pero intuitivamente diría algo así como que es un soneto que "fluye".
Le mando un saludo,
Andrés.
Hechos de memoria
traídos al presente,
que es nuestro.
La esencia del sudor de una mujer desierta,
se queda para siempre, como la blanca edad
de los adolescentes; en su complicidad
hay algo que exaspera: la embriaguez incierta,
el denso aire en los ojos, esa piel boquiabierta.
Reluciente, preñado de hiel y soledad
su vientre es la marea de la necesidad,
donde crece una voz que en un pulso despierta.
Ahora que mis brazos son su cuerpo y sendero,
mi jungla turbulenta imagina y enciende
las estrellas caídas en algún sumidero
de una espiral nocturna, que remontando asciende
al origen perdido del investido arquero,
el ansia reventada, el deseo y su duende.
Efectivamente, querido amigo y admirado poeta Ferreiro, el poema se sostiene bastante bien, además, los giros idiomáticos, las percusiones rítmico-melódicas, las sorpresas semánticas, están garantizados merced a tu habilidad con el alejandrino.
No vamos a hablar de perfección, entre otras cosas, porque, como he dicho en otras ocasiones, tus sonetos alejandrinos no son perfectos pero sí magistrales, lo cual demuestra que la perfección no es importante frente a la calidad intrínseca, así que, sin buscar la perfección vamos a comentar algunas cosillas.
Del ritmo: Dejarse llevar. No pensar en ritmos. El primer verso será la referencia rítmica para el cerebro, él no necesita más. No necesita que estemos pendientes del ritmo. Lograr un polirrítmico puro de alta calidad literaria, es prácticamente imposible o mejor dicho es dificilísimo, si no es fruto de la inspiración puntual, siempre inconsciente, porque si piensas en ritmos los niveles literario y semántico se verán afectados a base de palabras sin peso específico (preposiciones, artículos…), todo ello para lograr el ajuste a la medida que estás pensando.
Métrica: El segundo isostiquio del cuarto verso tiene 6 sílabas métricas. Para que tenga 7, tenemos que aplicar una adiptongación en “iar” o en “ier”, por medio de la diéresis, es decir, tenemos que pronunciar en dos sílabas uno de los diptongos.
Aunque no suena mal, no te lo aconsejo, porque tus sonetos pueden servir de escuela, es decir, pueden servir para aprender a escribir alejandrinos de hoy en día, pero conservando sus peculiaridades que son 14 sílabas métricas y una pausa intermedia, ambos asuntos, ineludibles, de lo contrario no tendremos un alejandrino. Muchos autores han querido innovar en el alejandrino, pero no lo han logrado porque se han saltado las peculiaridades nombradas, lo cual, en el mejor de los casos, no es otra cosa que escribir tetradecasílabos, que son versos simples al contrario de los alejandrinos, que son compuestos.
Por otro lado, creo que vale la pena dejar reposar esta obra, mientras la leemos una vez y otra, un día y otro, todo acompañado de mucha abstracción. Vale la pena, porque tal y como está, es hermosa e interesante y te sirve para ir engrosando tu libro de alejandrinos. No se puede pretender que en un libro todas las obras sean antológicas, eso, de momento, no lo ha logrado nadie. Pero tú si que puedes tener unas cuantas, algo que han logrado muy pocos.
En fin, iremos leyendo y hablando de este poema.
Un fuerte abrazo.
me ha encantado este soneto en alejandrinos, querido maestro. Respira un cierto aire a modernismo, por ser una estructura muy característica de esa época, y también un poco por algunas de las palabras utilizadas (embriaguez, reluciente, soledad, nocturno, duende...) No obstante, la composición en su conjunto no cae, por su sobriedad, en la saturación lírica que a veces suponía el modernismo, sino que tu propia tendencia natural hacia lo orgánico (sudor, hiel, necesidad, cuerpo, sumidero, ansia...) aporta el contrapunto necesario de seriedad, dándole un buen equilibrio.
Inconfundible, Jota, tu manera de encarar el moderno clasicismo.
Es bueno, de vez en cuando, remover nuestros orígenes, desentumecer las articulaciones poéticas con estos bellos ejercicios, que nos ayudan a tomar impulso.
Un Poema que, sobre todo, nos habla de la profundidad con que el Poeta es capaz de mirar, de su manera de vivificar lo inerme, de cómo un instante puede contener una vida; el amor, su complejidad.
Es un precioso cuadro lo que nos dejas, Ferreiro; la plasmación de una vivencia muy intensa. Es un lujo leer un soneto tan bien compuesto y con tanta ternura. Por cierto, precioso el cuadro que lo acompaña.
Un abrazo, amigo.
Tu profecía, poeta.
-Mañana hablarán los mudos:
el corazón y la piedra.
-¿Mas el arte?..
-Es puro juego,
que es igual a pura vida,
que es igual a puro fuego.
Veréis el ascua encendida.